El amor por los animales la ha llevado a emprender causas que la han puesto hasta en la cárcel.
Esta activista bogotana ha dedicado más de la mitad de sus 50 años de vida a rescatar y rehabilitar a especies domésticas y exóticas víctimas de tráfico, explotación y maltrato.
Esa pasión desbordada por los animales la heredó de su familia, que desde pequeña la acostumbró a convivir con tigrillos, gallinas, perros, venados, patos y pavos. En la adolescencia, sin embargo, sus padres la pusieron a decidir entre ellos y sus 'protegidos'.
La labor de Blanco era encomiable: ahorraba dinero de su mesada o vendía sus cosas para comprar animales, rescatarlos del comercio ilegal y llevarlos a su casa. "Por supuesto, mis padres, por más que los quisieran, no soportaron los daños que hacían mis mascotas", recuerda esta ex atleta que solía correr con dos tigrillos por las calles de Bogotá.
Ella es representante legal de la Fundación Colombiana Pro Animales (Fusdani) y hasta en la piel lleva tatuado su cariño por ellos. En un brazo tiene dibujado a 'Andrés Felipe', un perro criollo que la acompañaba en sus protestas.
En el otro, una perra que camufla la mordida que le propinó una cuando intentaba rescatarla de las calles. No poder salvarla le dolió más que la herida, porque el animal murió después atropellado.
Cuentos de animales
Con estudios inconclusos de veterinaria, Blanco denuncia los mataderos clandestinos de caballos y el martirio que sufren los perros en los centros de zoonosis.
De su coraje para defender los animales se tiene noticia hasta en los estrados judiciales. En la bodega que le sirve de vivienda, y a su vez de jardín canino a 25 perros rescatados de las calles en Bogotá, repasa un cuaderno en el que tiene la foto de 'Sugar'.
Esta es una mona Gibón manos blancas en vías de extinción, de 33 años, con quien protagonizó una historia de amor que mereció titulares de prensa hace más de 30 años. "Ella fue rescatada por un diplomático norteamericano en un mercado en Bangkok, Tailandia, a finales de los 70", recuerda Blanco.
Con la mica, aún pequeña, viajó a Colombia escondiéndola. Luego lo trasladaron a EE. UU., en 1983, y al no podérsela llevar se la dejó a Fabiola. Iban a ser tres meses que se volvieron 10 años, el tiempo que Blanco libró una batalla jurídica con la Sociedad Mundial de Protección Animal, que le costó hasta días de cárcel.
"El Inderena me acusaba de aprovechamiento ilícito de los recursos naturales y quiso quitármela, pero me negué por mi compromiso de entregarla a la familia", dice.
Ese fue el inicio de una serie de procesos penales, allanamientos a su casa y fugas para proteger a 'Sugar'. En 1993 ganó el proceso y la mica hoy vive en Villa Lorena, santuario de animales en Cali.
Hasta allí va Blanco a visitarla, mientras sigue concentrada en buscarles hogar y padrinos a perros abandonados.
Usted puede ayudarlos
Existen diversas formas de hacerlo
Evalúese como tenedor responsable: si ha tenido mascotas antes, qué ha pasado con ellas y si ha salido de estas al poco tiempo.
Si va a tener mascota en casa, no olvide los miles de perros criollos y de raza que hay en zoonosis y albergues y que buscan un hogar.
Hay fundaciones sin ánimo de lucro con planes padrino (piden de 20 a 50 mil pesos) y necesitan donaciones de concentrado, vacunas, elementos de aseo y juguetes.
Para adoptar o apadrinar un perro callejero, escriba asuperamigosdelosanimales@gmail.com o a fundaniorg@yahoo.com.
F eltiempo.com
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