El diseñador que hizo adelgazar a Karl Lagerfeld ha vuelto a la moda
Un buen día Karl Lagerfeld, director creativo de Chanel y Fendi, apareció como una versión reducida de sí mismo. Era realmente, como la mitad de él. La diferencia con la silueta que Karl Lagerfeld poseía hasta hacía unos pocos meses era tan grande que parecía un efecto óptico. Pero no, era cierto. Karl Lagerfeld había perdido más de 40 kilos en, exactamente, 13 meses.
La transformación fue espectacular; el hombre de pelo y coleta canos a unas gafas de sol pegado apareció con una estructuradísima levita negra, unos pantalones pitillo ajustadísimos y una camisa blanca ultra ceñida. Una vez asumida esta visión, la pregunta generalizada fue por qué una persona de 68 años –Karl Lagerfeld nació en 1933 y su brutal cambio de imagen sucedió en 2001– querría adelgazar tantísimo en un tiempo récord.
El hombre que asegura que en el único lugar donde es feliz es en una avión porque allí no tiene que hablar con nadie respondió tajante: “Lo he hecho porque quiero llevar la ropa que diseña Hedi Slimane. Pero es una moda que solo pueden llevar modelos muy jóvenes, no está hecha para gente de mi edad. Así que para poder llevar esas prendas he tenido que adelgazar más de 40 kilos”.
¿Y cómo era esa ropa que obró tamaña revolución en la vida de un casi septuagenario? Eran diseños que encarnaban la silueta híper delgada de lo más parecido a una estrella del rock: pantalones estrechísimos que marcaban piernas infinitas y que empezaban su discurso muy abajo en la cadera, americanas tan entalladas que parecían esculpidas a mano con la tela justa y necesaria y camisas cortadas al milímetro. Todo ello imaginado y plasmado en un binomio de color infalible: blanco & negro.
Eran las prendas que los grupos de música más cool de principios de la década de los 2000 lucían en sus conciertos y en los editoriales de moda; los integrantes de Franz Ferdinand, Maximo Park, Phoenix y Razorlight unidos a David Bowie, Mick Jagger y Jack White se convirtieron en un ejército de rockeros perfectamente uniformados –sumando el accesorio del momento, las gafas Ray-Ban Wayfarer– que predicaban la religión Slimane. Hedi era entonces el director creativo de Dior Homme y, probablemente, el diseñador con el aura de autenticidad y perfección más brillante del momento. Con sus ojos siempre alerta, su tupé rebelde y vestido como mandaban sus cánones, se convirtió el mismo en una estrella del rock. Conseguir que el irreductible Karl Lagerfeld se transformara por conseguir llevar sus diseños hizo de él y su trabajo para Dior una leyenda en moda.
Pero en 2007 Hedi Slimane decidió no renovar su contrato con Dior Homme. En su web explicó que no quería perder el control de su trabajo y, aunque en Christian Dior le propusieron fundar bajo su amparo una marca que llevara su nombre, él declinó la oferta. La noticia fue recibida con el efecto de cien jarros de agua helada. Los devotos de Slimane –que ya eran legión si se contaba con sus trabajos previos a Dior, en Louis Vuitton e Yves Saint Laurent – se quedaron huérfanos y se extendió la ironía de que la población masculina volvería a coger peso dramáticamente en su ausencia.
[Relacionado: Cómo se despiden los diseñadores]
Durante estos años Slimane se ha dedicado a su mayor pasión: la fotografía. Este arte fue antes que la moda en su vida –a los 11 años tuvo una epifanía cuando le regalaron su primera cámara y empezó a aprender a revelar con la técnica del cuarto oscuro– y a él se ha entregado el tiempo que ha estado alejado de la moda. Su estética aplicada a la fotografía es igual de poderosa que la de sus diseños: oscura, con una inspiración rock n’ roll absoluta y con un poso adolescente que impregna todos sus trabajos. Él ha fotografiado en editoriales fascinantes a Courtney Love y a su hija Frances Bean Cobain, a Grace Jones, a Pete Doherty, a los asistentes de festivales como el de Benicàssim... Todo está grabado en su blog, Diary, una antología rock en imágenes de los tiempos modernos.
Pero hace poco más de un mes saltó la noticia: Hedi Slimane volvía a ser parte activa de la moda y regresaba a la casa donde empezó todo, a Yves Saint Laurent. De allí acababa de salir Stefano Pilati –un diseñador que nunca llegó a encajar con los deseos estéticos de la maison– en medio de un gran revuelo mediático que coincidió con la Semana de la Moda de París. Y allí regresa Hedi Slimane, donde aseguran que le esperan con una alegría y esperanza inmensa. En su primer tiempo en YSL sólo diseñó ropa masculina, pero ahora se encargará de la división femenina. Algo que, involuntariamente, no le es ajeno. La ropa que diseñaba para Dior Homme era tan estrecha que muchas mujeres la eligieron para sus armarios. El primer trabajo de Slimane se verá en junio, fecha en la que se muestran los avances de las colecciones de primavera. ¿Se vivirá el caso inverso y ahora los hombres vestirán la ropa que diseñe para mujeres? ¿Sus creaciones harán que algún diseñador de talla grande desee menguar para llevarlas? ¿Hará historia, como su paso por Dior? Se avecinan tiempos excitantes en moda.
La transformación fue espectacular; el hombre de pelo y coleta canos a unas gafas de sol pegado apareció con una estructuradísima levita negra, unos pantalones pitillo ajustadísimos y una camisa blanca ultra ceñida. Una vez asumida esta visión, la pregunta generalizada fue por qué una persona de 68 años –Karl Lagerfeld nació en 1933 y su brutal cambio de imagen sucedió en 2001– querría adelgazar tantísimo en un tiempo récord.
El hombre que asegura que en el único lugar donde es feliz es en una avión porque allí no tiene que hablar con nadie respondió tajante: “Lo he hecho porque quiero llevar la ropa que diseña Hedi Slimane. Pero es una moda que solo pueden llevar modelos muy jóvenes, no está hecha para gente de mi edad. Así que para poder llevar esas prendas he tenido que adelgazar más de 40 kilos”.
¿Y cómo era esa ropa que obró tamaña revolución en la vida de un casi septuagenario? Eran diseños que encarnaban la silueta híper delgada de lo más parecido a una estrella del rock: pantalones estrechísimos que marcaban piernas infinitas y que empezaban su discurso muy abajo en la cadera, americanas tan entalladas que parecían esculpidas a mano con la tela justa y necesaria y camisas cortadas al milímetro. Todo ello imaginado y plasmado en un binomio de color infalible: blanco & negro.
Eran las prendas que los grupos de música más cool de principios de la década de los 2000 lucían en sus conciertos y en los editoriales de moda; los integrantes de Franz Ferdinand, Maximo Park, Phoenix y Razorlight unidos a David Bowie, Mick Jagger y Jack White se convirtieron en un ejército de rockeros perfectamente uniformados –sumando el accesorio del momento, las gafas Ray-Ban Wayfarer– que predicaban la religión Slimane. Hedi era entonces el director creativo de Dior Homme y, probablemente, el diseñador con el aura de autenticidad y perfección más brillante del momento. Con sus ojos siempre alerta, su tupé rebelde y vestido como mandaban sus cánones, se convirtió el mismo en una estrella del rock. Conseguir que el irreductible Karl Lagerfeld se transformara por conseguir llevar sus diseños hizo de él y su trabajo para Dior una leyenda en moda.
Pero en 2007 Hedi Slimane decidió no renovar su contrato con Dior Homme. En su web explicó que no quería perder el control de su trabajo y, aunque en Christian Dior le propusieron fundar bajo su amparo una marca que llevara su nombre, él declinó la oferta. La noticia fue recibida con el efecto de cien jarros de agua helada. Los devotos de Slimane –que ya eran legión si se contaba con sus trabajos previos a Dior, en Louis Vuitton e Yves Saint Laurent – se quedaron huérfanos y se extendió la ironía de que la población masculina volvería a coger peso dramáticamente en su ausencia.
[Relacionado: Cómo se despiden los diseñadores]
Durante estos años Slimane se ha dedicado a su mayor pasión: la fotografía. Este arte fue antes que la moda en su vida –a los 11 años tuvo una epifanía cuando le regalaron su primera cámara y empezó a aprender a revelar con la técnica del cuarto oscuro– y a él se ha entregado el tiempo que ha estado alejado de la moda. Su estética aplicada a la fotografía es igual de poderosa que la de sus diseños: oscura, con una inspiración rock n’ roll absoluta y con un poso adolescente que impregna todos sus trabajos. Él ha fotografiado en editoriales fascinantes a Courtney Love y a su hija Frances Bean Cobain, a Grace Jones, a Pete Doherty, a los asistentes de festivales como el de Benicàssim... Todo está grabado en su blog, Diary, una antología rock en imágenes de los tiempos modernos.
Pero hace poco más de un mes saltó la noticia: Hedi Slimane volvía a ser parte activa de la moda y regresaba a la casa donde empezó todo, a Yves Saint Laurent. De allí acababa de salir Stefano Pilati –un diseñador que nunca llegó a encajar con los deseos estéticos de la maison– en medio de un gran revuelo mediático que coincidió con la Semana de la Moda de París. Y allí regresa Hedi Slimane, donde aseguran que le esperan con una alegría y esperanza inmensa. En su primer tiempo en YSL sólo diseñó ropa masculina, pero ahora se encargará de la división femenina. Algo que, involuntariamente, no le es ajeno. La ropa que diseñaba para Dior Homme era tan estrecha que muchas mujeres la eligieron para sus armarios. El primer trabajo de Slimane se verá en junio, fecha en la que se muestran los avances de las colecciones de primavera. ¿Se vivirá el caso inverso y ahora los hombres vestirán la ropa que diseñe para mujeres? ¿Sus creaciones harán que algún diseñador de talla grande desee menguar para llevarlas? ¿Hará historia, como su paso por Dior? Se avecinan tiempos excitantes en moda.
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