Los trabajos de arte y manualidades que le ponían en el colegio eran más una diversión que una tarea. Paola Rozo recuerda que siempre le gustó dibujar, construir objetos, jugar con las formas, con los espacios. Estudió arquitectura y luego se centró en un campo más específico: la arquitectura de interiores, que complementó con cursos de diseño, fotografía y escenografía realizados en Roma y Barcelona. Bogotana de 33 años, Paola vive en Dubái desde el 2007, y allí dirige la empresa de diseño que creó y que bautizó Alma, por medio de la cual ha empezado a consolidarse en el diseño de restaurantes de importantes marcas internacionales.
¿Cómo llegó a Dubái?
Como muchas cosas en la vida, por coincidencia. Fue por un amigo (hoy mi esposo) que me encontré en un viaje a Barcelona. Él iba a trabajar a Dubái y me vendió la idea de las grandes oportunidades que había en mi campo profesional. Llegué a buscar trabajo y, un mes después de varias entrevistas, empecé a trabajar con Burt Hill, empresa de arquitectura y diseño que lidera grandes proyectos.
Después creó su propia empresa...
Sí, como consecuencia de una oportunidad de mercado. En Dubái, y en el Golfo Pérsico en general, hay muchas empresas de arquitectura y diseño de interiores. El foco general de estas empresas son los megaproyectos. Esto, de alguna manera, deja de lado a los pequeños y medianos negocios, muchos de los cuales se sienten frustrados por la falta de atención personalizada. Decidí presentar una propuesta de proyecto a una de estas empresas y les gustó. Hemos diseñado locales por todo el golfo: Arabia Saudí, Kuwait, Oman, Abu Dhabi y Dubái y tenemos proyectos futuros en Qatar, Líbano y Egipto.
Si tuviera que destacar una característica esencial de sus diseños, ¿cuál sería?
En los de restaurantes trato de mantener viva la esencia de las marcas que representan. En estos casos, el diseñador debe mantener un cuidadoso equilibrio entre las exigencias de la marca y los aportes creativos individuales. De forma genérica, la característica que más define mi diseño ideal es una mezcla de lo tradicional y lo vanguardista; los espacios abiertos y las iluminaciones teatrales.
Ha diseñado diecisiete restaurantes en estos tres años. ¿Qué le atrae de trabajar en ese espacio?
Poco a poco se está convirtiendo en mi especialidad, o mi debilidad, sin haberlo planeado. Siempre me llamó la atención. En Bogotá vivía fascinada con el crecimiento que en unos pocos años tuvo el sector, y ni hablar de lo que se ve en ciudades como Barcelona. Cada uno es una experiencia nueva y fascinante. Diseñar restaurantes se ha convertido en algo muy personal, pues el mejor plan para mi esposo y para mí es salir a comer. Él trabaja en restauración, así que nos pasamos horas hablando de lo que funciona y lo que no, de la importancia del diseño en estos espacios no solo en cuanto a lo estético, sino en la funcionalidad operativa.
¿Qué tiene en cuenta a la hora de empezar a diseñar un restaurante?
El menú, el tipo de cliente, el lugar y el espacio físico. Es muy importante recordar cuál es el principio de todo restaurante: comida y servicio. El diseño debe acompañar y complementar la experiencia, sin robarle el protagonismo a la carta. No debe interferir con el servicio, sino aportar a su fluidez. El entorno debe enfatizar la experiencia, no definirla.
¿Cuáles son hoy las principales tendencias en el diseño de restaurantes?
Es algo muy amplio porque las tendencias se generan a partir de las necesidades de cada lugar, y estas varían constantemente. Creo que este año llegó el momento de pensar en la situación económica y ambiental. Algunas tendencias podrían estar relacionadas con sostenibilidad, tecnología y simplicidad, mobiliario eco, texturas y materiales naturales como el concreto, los metales, las fibras. Colores como el azul, el verde y el amarillo son protagonistas porque simbolizan la naturaleza y se complementan muy bien con los materiales naturales.
Usted habla de trabajar con una suma de "sensibilidad étnica más un enfoque cosmopolita"
Sí, la sensibilidad étnica es mi cultura y el enfoque cosmopolita viene dado por mis vivencias. Lo primero significa tener en cuenta las diferentes costumbres de cada lugar, y lo segundo consiste en aplicar estas costumbres en un entorno de diseño moderno y urbanista.
Desde lo visto en Dubái, ¿cómo están los diseños de restaurantes bogotanos?
Bogotá no tiene nada que envidiarles a los restaurantes de las importantes ciudades del mundo. La calidad del diseño, la comida y el servicio son muy buenos. Cada vez que voy a Bogotá me encuentro con nuevos conceptos muy originales. Hace unos años se contaban con las manos los restaurantes que se preocupaban por el diseño. Hoy son innumerables.
¿También tiene proyectos en diseño residencial?
Tengo algunos planes y, sin duda, serán parte importante del futuro de Alma. En este tipo de diseño lo importante es entender al cliente. Esto se convierte casi en una labor psicológica. El cliente de un restaurante pasa de media a una hora en el entorno diseñado y como mucho una o dos veces por mes. El cliente residencial vive permanentemente en el entorno diseñado. Es necesaria una labor de investigación para saber lo que busca. Y ser cuidadoso y no dejarse llevar por las tendencias. Tiene que ser algo muy personal.
¿Qué proyectos hay en camino?
En estos momentos estoy trabajando en un restaurante Riyadh, en el que las pautas de diseño son totalmente nuevas; uno en Abu Dhabi, concretamente en Yas Island, junto al primer parque temático de Ferrari en el mundo, y otro en Jeddah. También estoy diseñando un concepto de 'candy shop' dentro de Hamley's, una megatienda de juguetes que llegó de Londres a Dubái.
¿Planes de diseñar en Colombia?
Me encantaría hacer proyectos en el país y en Latinoamérica y, con mi esposo, tenemos varios en mente. En algún momento abriré una oficina en Bogotá.
F eltiempo.com
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