Uno grandote que quiere, que sufre, que es romántico, compasivo y con el que debutará como la protagonista -buena- (¡glup!) de una novela... "Lo único que tengo de mala es el empaque,". Empresaria, actriz, comediante, se declara una 'antiejecutiva'.
Quien comparta una charla franca con Alejandra Azcárate entenderá que tras esa fachada de mujer sincerota que canta las verdades sin prevención, que habla duro y que cuestiona desde la pericia genética que tenemos las mujeres para mentir hasta el hablado de bebé costeño de los enamorados, se esconde una fémina sensible: llorona, sentimental, dadivosa, creyente, esotérica y esposa enamorada.
Con 32 años de vida y 9 de carrera, recibe amor y odio, caridad y compasión de la gente que se cruza por la calle. "No me importa que la gente me quiera o que me odie, solo me interesa que me respeten". Recuerda, entre risas, cuando en un supermercado un niño se le acercó a saludarla y la mamá lo jaló del brazo diciéndole: "A ella no la saludas..."
Al interior de su hogar es Alejandra. La franca Azcárate queda en la calle, en las cámaras y en los micrófonos. En su apartamento se refugia para oír reggaetón, salsa; a comer hamburguesas con tocineta y postres, acompañada de los que quiere: sus padres, su hermano, sus amigos, su esposo y 'Magola', su mascota.
"Soy llorona, pero lo que en realidad me arruga el corazón son los recuerdos... Pensar en los que se fueron, como mi abuela Dolly (Arango), que murió en marzo..." Los ojos se le aguan y la voz se le quebranta al relatar que la noche anterior se le cayó un cuaderno y allí estaba una de las sentidas cartas, escritas en máquina Remington, de ella... "Era el eje de la casa, con una mente tan avanzada, a sus 89 años. Se murió el día de mi cumpleaños, teníamos una conexión extraordinaria. Me enseñó tantas cosas..."
"Cuando a uno le va bien, tiene que aprender a dar", se le quedó tatuado en el alma. "Le ayudo a una actriz mayor reconocida y cada dos meses reparto mercados en el 20 de julio. Se los brindo a mujeres embarazadas, pero específicamente a los ancianos, me conmueven, me duelen en el alma...".
Alejandra es insultantemente bella, pero en la distancia corta puede ser cualquier cosa menos una diva. Basta tenerla cerca para certificar que su agilidad mental abruma. Descárate con la Azcárate, su stand up comedy, ha agotado las boletas en taquilla. ¿Cuál será su secreto de éxito?
¿De dónde salió el stand up comedy?
Empecé con la idea cuando terminé En los tacones de Eva. Recopilé material que tenía escrito y lo complementé con situaciones cotidianas. Luego lo edité con ayuda de Gerardo, mi papá, un hombre con un humor negro exquisito y un gran escritor.
¿Quién fue el primero en oírlo?
Con mi esposo y mis amigos fue la 'termometriada'. Cuando estuvo lista, me la llevé al teatro experimental por todo el país. Al terminar el material, le daba a la gente un micrófono para que me lanzaran tres o cuatro temas, al azar. Un ejercicio de improvisación con el que entendí qué era lo que la gente quería oír.
¿De verdad que ese recorrido fue bien duro?
Hice un ejercicio, de kamikaze, porque me volví mi propia empresaria: pagaba los impuestos, los teatros, la publicidad y hasta atendía la taquilla. Quince minutos antes, me entraba a maquillar, me arreglaba y listo.
La boletería para la temporada, en Bogotá, en el Teatro Nacional, está agotada, ¿cómo experimentas tanto éxito?
Es lo más satisfactorio que puedo vivir, realmente este monólogo para mí es un hijo, son tres años sacándolo adelante.
¿Cómo lograste el equilibrio para que no se sientan agredidos los hombres ni las mujeres?
Quería que la obra tuviera también un balance, entre los disparos a hombres y a mujeres. Entonces mi papá fue el que me ayudó a equilibrar ese material. Claro, me burlo de los hombres, pero me burlo también de las mujeres, de nuestra naturaleza.
¿Eres tan chistosa en tu vida diaria?
El humor es una enfermedad hereditaria, vengo de una familia maravillosamente disfuncional y vehemente. Mi papá es un caníbal con la lengua y mi mamá es una mujer graciosísima, mi hermano es igual. El humor es un don, es el antídoto contra la tristeza.
Aleja y su Cuchitril
Su almacén de ropa, ubicado en la Zona Rosa de Bogotá, era un sueño desde niña. "Lo monté con una amiga que se llama Agnes Deplechin, somos apasionadas por la moda. Ya llevamos dos años largos con el negocio y ha sido un hit. Estoy allá todo el tiempo que puedo, hasta las bolsas las pinto a mano.
¿Tus amigos, tu esposo, se aguantan tu sarcasmo?
Todos tienen la característica de ser personas alegres, con la capacidad de burlarse de ellos mismos. Por ejemplo, el hombre con el que yo quería estar no era un payaso, que me estuviera contando chistes todo el tiempo, sino un hombre alegre, con sentido del humor.
Y el amor llegó
¿Cuándo apareció Miguel en tu vida?
Llegó cuando había perdido la fe en el amor.
¿Quién te había decepcionado?
Había terminado varias relaciones y cuando lo conocí, me di cuenta de que era posible; recuperé esa ilusión. Es un tipo familiar, cree en Dios, es exitoso en su trabajo y lo admiro. Es bueno de alma, descomplicado, hipersencillo, amoroso y soy una prioridad en su vida.
¿Cómo ve tu carrera?
Me deja ser y me acompaña, comparte la libertad y respeta la individualidad.
¿Te ves envejeciendo con él?
Miguel comprende realmente ese concepto de confianza. No visualizo mi vida sin él y sé que a él le pasa igual. No sé si mañana las cosas cambien, pero hemos construido realmente un amor sano, que lo vemos muy largo.
¿Y los hijos?
Siempre he amado a los niños, me encantan, pero soy consciente de la responsabilidad que es traer a un nuevo ser. Un hijo no se improvisa, a la gente le puede parecer muy egoísta que yo diga que no quiero tenerlos porque culturalmente las mujeres estamos prediseñadas para la maternidad, pero tengo la ventaja de que mi esposo y yo estamos de acuerdo.
Artista desde niña
¿Cuándo fue tu debut actoral?
Toda mi vida estudié teatro y baile. En los paseos, por ejemplo, montaba obras de teatro y al final pasaba el sombrero y les cobraba a los tíos y primos.
¿Cómo recuerdas tus inicios en Citytv?
Fue una experiencia emocionante, estaba recién graduada y quería trabajar. Era reportera y presentadora y en City una presentadora no llega a que la maquillen, se monta la cámara al hombro. Me dio cancha.
¿Y tu paso como presentadora y en la radio?
Llegué por casualidad a la radio. Un día estaba hablando de lo mala que me pareció El barco pirata, el comentario hizo que me llamaran de La Mega. La radio fue el gran trampolín de lo que se vino después en televisión.
¿Ansiosa por protagonizar?
Estoy muy ilusionada con el proyecto. Se va a llamar Las santísimas; son cinco mujeres protagonistas y me gané el papel, después de tres meses de casting.
¿Qué rol jugarás?
Ana es una abogada, una ejecutiva joven que no se ha casado, porque dice que no le interesa, pero es mentira. Termina enamorándose de todos y vive en búsqueda del hombre ideal. Se enreda con el hijo de su mejor amiga.
¿Y cómo acaba la historia?
Entra en un dilema personal muy fuerte, porque ella no se quiere involucrar, pero el peladito la seduce de tal forma que cae y termina loquita por él. Es imprudente en grado sumo, pero es una mujer buena.
¿Ya comenzaste la grabación?
Empezamos ensayos en ocho días.
La antiejecutiva
Con tantas ocupaciones, ¿cómo manejas tu tiempo?
Soy una ejecutiva anti-ejecutiva, nada esquemática con el tiempo, incumplida, impuntual, ni cuadriculada ni psicorrígida. Hago la mayor cantidad de cosas, pero no me exijo más de la cuenta.
A la hora de trabajar... ¿qué es lo que más te cuesta?
Detesto madrugar, pero ahora me toca, porque si no, no me rinde el día.
¿Un consejo para las mujeres trabajadoras?
Tomarse el tiempo para almorzar, para estar con los amigos y nunca sobreponer la parte profesional sobre la personal. Tener un balance y organizarse, sin psicorrigidez.
¿Te queda tiempo libre?
Sí, aunque ahora arrancamos gira de Comediantes de la noche, por siete ciudades. Estoy en el Teatro Nacional de miércoles a domingo, con doble función los sábados. También voy a arrancar grabaciones de novela y encima de eso tengo un almacén que me toca supervisar, hacer inventario, pagar IVA, estar pendiente del vendedor y, como si fuera poco, estoy casada y además me encanta la fiesta. Y para completar, formo parte del equipo creativo de Fernando Gaitán (soy la única mujer)... Una vida agitada, pero plena.
En secreto
¿Celos?
Todo el mundo es celoso, lo que pasa es que no soy una mujer 'empeliculada' y detesto la labor de investigación. Yo no llamo, no pregunto y tengo una persona al lado que me ofrece tranquilidad.
¿Cómo te cuidas la piel?
Dos veces por semana, en la ducha, me exfolio con aceite de almendras y azúcar y todos los días me pongo hielo en la cara.
¿Un libro? Me estoy volviendo a leer El mundo de Sofía, esta obra me ha servido un montón para entender realmente el pensamiento humano. Adoro las biografías, las novelas, no leo nada de autoayuda, me aterra.
Sus máximas
- Detesto las películas de ciencia ficción; a mí la bala, las persecuciones y las explosiones no me gustan. Me encanta el cine romántico, amo las comedias y el drama.
- Adoro el teatro, me veo todas las obras sin falta. Lo hago por gusto y compromiso.
- ¡Me encanta bailar! Soy muy buena bailarina, mi esposo lo hace pésimo, pero tengo unos amigos que bailan regio.
- Cuando me gusta una canción, la oigo unas quinientas veces, hasta que me la aprendo.
- Para relajarme, tomo clases de flamenco dos veces a la semana.
- Me entregué al reggaetón, le encontré un gusto muy particular porque lo odiaba y para mí ahora una fiesta sin este ritmo no es posible.
SANDRA REAL M.
F eltiempo.com
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