martes, 31 de agosto de 2010

El reconocido pintor Juan Cárdenas expone en el Club El Nogal, en Bogotá

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Los cuadros de este artista trastocan la realidad a la que estamos acostumbrados.

Juan Cárdenas rompe la lógica de la realidad con sus dibujos y pinturas de una manera tan sutil, que quien los mira apenas si intuye que algo no está del todo bien, aunque no pueda decir, a primera vista, qué trastoca la imagen.

¿Será que las paredes del estudio que dibuja se recortan de una manera anormal en el horizonte del cuadro?, ¿serán las sombras o las proporciones?

Esto es parte de lo que se ve en La tradición, fuente contemporánea, que este veterano artista muestra en la sala de Exposiciones del Club El Nogal, en Bogotá.

No importa cómo engaña al ojo (si usa distintos horizontes o puntos de fuga), las pinturas de Cárdenas absorben a casi todo el que las ve, por los mundos que propone. La gente se mete en los cuadros para tratar de descifrar qué pasa en ellos.

Inevitablemente, se pregunta si esos talleres de artista que pinta con muchas puertas, como un laberinto, podrían ser factibles en la realidad o sólo son parte del 'mundo Cárdenas'. O de sus mundos, pues en varias obras aparecen unos dentro de otros. En Interior distorsionado (foto de la izquierda ), por ejemplo, se ve su imagen reflejada en un espejo convexo, mientras pinta su propia imagen que toma de ese espejo convexo.

¿Enredado? Nadie dijo que era fácil. Eso para quienes ven la pintura sin mucha teoría, pues para los iniciados, cuadros como Interior (arriba) recuerdan a Las meninas, de Velázquez.

"Cuando Velázquez pintó Las meninas -dice Cárdenas- hizo un comentario sobre la historia del arte. Muchos han hecho comentarios sobre el arte y lo mío también, sólo que es más tarde". Como se sabe, el famoso cuadro fascina, entre otras cosas, por el uso de varias perspectivas.

Así como Velázquez se pintó en Las meninas, Cárdenas se puso en su Interior, pero tomando fotos, lo que tiene un significado especial: "Lo importante, en este caso, es que en un momento dado los teóricos dijeron que no se podía pintar más porque la foto había reemplazado a la pintura. Todos creyeron y la pintura se fue acabando", explica.

Por eso -en un giro tal vez irónico- introduce un fotógrafo en su pintura.

"Lo que hago es trabajar con una cantidad de ideas que se han venido proponiendo en la historia del arte, como el surrealismo, las ideas metafísicas y la abstracción.

Creo que muchas de ellas fueron olvidadas antes de haber sido suficientemente investigadas", dice el artista, que justifica así el tiempo invertido en su taller neoyorquino en estas pinturas, que muestran un mundo imposible de fotografiar -"pues sólo se puede fotografiar lo que existe"-, según recuerda-, pero que es perfectamente posible con su pincel.

DIEGO GUERRERO
CULTURA Y ENTRETENIMIENTO


F eltiempo.com

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