Como una extraña señal del destino, sus ojos se concentraron en los abultados bolsillos de su invitado, el poeta León de Greiff: "¿Maestro, qué es lo que tiene ahí?", preguntó ella con esa voz ceremoniosa y espléndida que la hizo popular.
Ante la más inesperada de las preguntas y con los mismos nervios de su entrevistadora, el gran poeta comenzó a escarbar su pantalón, delante de las cámaras, y a sacar retazos de sus escritos, un lápiz en la mitad del camino, varias monedas de cinco centavos y hasta un trozo de queso y otro de salchichón que no había terminado de comer.
De ahí en adelante lo que vino fue un diálogo sincero, de amigos. Así comenzó, a mediados de la década del 50, Conozca a los autores, el primer programa presentado por la 'Primera dama de la TV'.
Fueron los comienzos de la que sería unos años después la mujer que todos los niños querían ver en pantalla, no solo por aquella simpatía que lograba transmitir sino también porque los suyos eran los programas más generosos del momento.
La gloria de Gloria llegó con su primera aparición, con su estilo, su voz, aquellos enormes ojos de color gris que con el sol se tornan azules, pero sobre todo, con unas ganas enormes por acercar a la gran masa, los círculos intelectuales en los que ella y su esposo, Álvaro Castaño Castillo, se movían muy bien.
De alguna manera, esa era la responsabilidad y el reto que habían asumido desde que crearon, algunos años atrás, en 1950, la emisora HJCK. "A ella la buscaron para que esa primera TV tuviera un énfasis mucho más cultural.
Aunque no tenía ninguna práctica en el tema, querían que su dominio de tópicos de importancia para todos se vieran en pantalla", recuerda don Álvaro Castaño, su esposo, compañero inseparable, quien la acompañó a grabar aquel primer programa.
El talento de esta mujer contagió de inmediato a quienes estaban a su alrededor; es como si de alguna manera y sin necesidad de decirlo todo el equipo técnico y periodístico se exigiera cada vez más al ver cómo ella solo necesitaba de una oportunidad para grabar completas las presentaciones de un programa, en el que manejaba cada tema con destreza, con la propiedad de los especialistas.
"Ella no es, ni sería, una persona de telepronter, sus comentarios eran espontáneos, pero eso no es todo, tenía un cronómetro en el cerebro. Le preguntaba a Rodrigo, su hijo, quien dirigió algunos de sus programas, de cuánto quería la introducción. Sin cronómetro ella calculaba el tiempo exacto.
Era una cosa asombrosa", cuenta Consuelo Cepeda, actual defensora del televidente del Canal RCN, quien trabajo durante ocho años con los Castaño.
Pero como la TV también era una empresa, pronto llegaron las oportunidades para hacer programas con las marcas que peleaban por ganarse el favor de los colombianos. De ahí salió el famoso Cumpleaños Ramo o La llamada Sears. "Yo estudiaba periodismo en París, pero cuando llegué empecé a darme cuenta del fenómeno, la gente parándola en la calle, la gente queriéndose tomar fotos. Ahí me di cuenta de que estaba con una figura nacional", dice su hija, Pilar Castaño.
Con los ojos de millones de colombianos puestos sobre ella, con la atención de los principales productores, podría pensarse que esa gran estrella deslumbraba con sus movimientos a cualquiera que se le acercara, pero no era así: "Es una estrella, pero nunca se comportó como eso.
Doña Gloria era de lavar y planchar, ella misma se maquillaba, ella hacía sus cosas, es la sobriedad sin necesidad de aspavientos. Como directora, tengo que contar que a diferencia de lo que vemos hoy en día en muchos medios importantes, jamás le escuché un grito, un maltrato personal; si tenía que llamar la atención lo hacía en privado, con lógica e inteligencia. La autoridad hecha con respeto", dice Consuelo Cepeda.
Fueron más de 30 programas de TV. A su lado estuvieron decenas de personas que hicieron escuela y que tienen incrustados en su alma los recuerdos de esos buenos momentos. "Una vez se le rompió una chaqueta y ella hizo una flor con una servilleta y dijo, 'regálenme un gancho, un click', y la rosa blanca salió espectacular al aire, con eso tapó el hueco de la chaqueta", cuenta Jaime Acuña, otro de sus pupilos.
Así eran sus cosas. Así resolvía los problemas, con una creatividad desbordante, esa de la que hacía gala cuando se encendía el bombillo rojo de la cámara. "Mi madre siempre me aconsejó que fuera muy primaria, básica, que no dijera nada que la gente no entendiera. Mi mamá siempre habló para todo el mundo, para que la entendieran". Y claro que la entendían; es más, también aprendían a quererla, la buscaban moviendo la perilla de los televisores en blanco y negro cada vez que se anunciaba un nuevo show bajo su conducción.
Durante cinco décadas, esta mujer, nacida en Ibagué, Tolima, presentó programas como El lápiz mágico, El modo y la moda, Temas de ayer y hoy, Cosas de mujeres, Viaje alrededor del arte, Por los caminos de la patria, Carta de Colombia, Los tres a las seis (junto a Pacheco y Jota Mario Valencia), Naturalia y muchos otros.
"Qué lástima que la televisión no sea a colores"
Esa frase la repitió muchas veces, hasta 1979, cuando llegó la TV de color en el gobierno de Turbay, para intentar hacerles sentir a sus televidentes su impotencia al saber que no podían observar con fidelidad lo que captaban las cámaras.
Desde el 2005, Gloria Valencia de Castaño, la 'Primera dama de la TV' decidió también que había llegado el momento de su despedida ante los medios, para dedicarse solo a los más cercanos: "Es una mujer tranquila, en su casa, ella es el jurado de premios de periodismo ecológico, una mujer discreta que ha tenido que enfrentar su enfermedad pulmonar con mucha gallardía", dice Pilar, quien heredó de su mamá aquella energía inagotable por crear, por hacer y producir.
El brillo de esos grandes ojos, su cabello gris, sus buenas maneras y sus historias son ahora patrimonio exclusivo de sus hijos y sus nietos; y aunque ya no la veamos frente a una cámara de televisión, la tendremos ahí por siempre, en ese espacio que el país solo les reserva a los grandes. ¡Gracias, doña Gloria!
RONALD MAYORGA
elenco
F eltiempo.com
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