El nuevo cuento de hadas de Jean Pierre Dardenne
El realizador belga, considerado -junto a su hermano Luc- como uno de los mejores exponentes del cine social contemporáneo en Europa, habló de su más reciente producción 'El niño de la bicicleta', que se estrenó esta semana en Colombia.
A Jean-Pierre y a Luc Dardenne les encanta fijar su cámara en personajes sencillos, frágiles y con una inocencia que contrasta con el peso de las situaciones que tienen que soportar.
Lo hicieron en 'Rosetta', la cinta con la que ganaron la Palma de Oro del Festival de Cannes, al crear un retrato descarnado de la desesperación de una adolescente por no perder su trabajo.
El filme repitió el reconocimiento que la crítica y el público les había concedido antes con 'La promesa', que les deparó la responsabilidad de iluminar el cine social, el de los desposeídos y el de los soñadores que se estrellan con una realidad dura que se ensaña en no dejarlos escapar de un destino de decisiones dolorosas.
Pero aducen que lo suyo es solo hacer películas de gente real que tiene algo que contar. Nunca se han visto como los creadores de una crítica social o los artesanos de una radiografía del desequilibrio económico de Bélgica -su país- o de Europa.
Lo suyo es un cine sin artilugios visuales y con la ternura y el dolor a la orden del día como receta esencial de su filmografía, que precisamente se repite en su más reciente película, 'El niño de la bicicleta', que se acaba de estrenar en las salas de cine de Colombia y que fue galardonada con el premio del jurado ex-aequo del Festival de Cannes del año pasado.
Esta producción gira en torno a Ciryll (Thomas Doret), un niño que trata desesperadamente de reencontrarse con el cariño de un padre ausente.
Tiene 11 años y una actitud rebelde que lo puede llevar a la autodestrucción, hasta que conoce a Samantha (Cécile De France), una peluquera que decide convertirse en su protectora.
Sin embargo, las cosas no serán fáciles para el protagonista, que tendrá que enfrentar la difícil situación de rendirse ante un amor paternal que ya es un caso perdido, abrir el corazón a una mujer que demuestra ser capaz de sacrificarlo todo para entrar en su vida o dejarse llevar por el camino fácil del delito con la aparición de Wes, un adolescente que le ofrece una amistad cargada de peligros.
La trama se escondió durante casi una década entre los borradores de guion de los realizadores, quienes se inspiraron en el caso de un chico que fue abandonado por su padre en un albergue juvenil.
Jean-Pierre Dardenne habló vía telefónica con ELTIEMPO.COM, acerca de esta producción, que sus realizadores consideran la más luminosa de toda su filmografía.
¿No les molesta que filmes como 'El niño de la bicicleta' se relacionen con el rostro de la crisis en Europa?
No nos molesta. Supongo que en Latinoamérica nuestro trabajo está relacionado con la crisis en Europa, porque de todas formas es cierto que hay una crisis económica y social acá y es cierto que nuestros personajes viven en esta época. Sin embargo, 'El niño de la bicicleta' ('Le Gamin au Vélo') no es una cinta que ofrece claves para entender la crisis económica y social. Si un padre abandona a su hijo no es por razones económicas. Se trata de otro tipo de crisis.
¿Por qué la peluquera (Samantha) decide ayudar al protagonista sin tener razones de peso para ello?
Si hubiéramos dado una motivación a Samantha, como que lo hizo porque quiere tener un hijo, habríamos puesto al espectador frente a una situación ya conocida y explorada. Eso no era lo que queríamos contar. Lo que nos interesaba era ver cómo una mujer es capaz de estremecerse por un niño totalmente desamparado hasta el punto de ayudarlo. Estábamos seguros de que esa era una razón suficiente y, de alguna manera, es el niño quien la elige. En ese sentido, la película es como un cuento.
¿Entonces se podría decir que Samantha es un hada ?
Sí, pero hay que precisar que sabíamos, obviamente, que nuestros personajes eran bastante sencillos, sin que sea peyorativo. Samantha no es un personaje complejo, no es alguien que tiene intenciones escondidas. Wes (un delincuente adolescente que se acerca al protagonista) representa el mal. Cyril encuentra a Wes en un bosque, es como un zorro. Todo eso lo sabíamos, pero al filmar la entrada de Cyril en ese espacio nos dimos cuenta de que nuestra película era eso, un cuento.
¿Un cuento acerca de que todos necesitamos a alguien?
Podemos estar ayudados por alguien, y podemos encontrar a otra persona. Como quien permite a este niño volver a encontrar lo que nunca hubiera debido perder: su niñez. Eso es lo que tratamos de contar. Este niño está solo y llega un momento en el que le van a ayudar y él va a aceptar que le ayuden. Sin embargo, es algo complicado porque eso significa renunciar a la ilusión del amor de su padre.
El protagonista expone muy bien la falta de afecto, ¿fue complicado dar con el niño indicado?
Luc (Dardenne) y yo organizamos la audiciones. Thomas Doret (quien interpreta a Cyril) fue el quinto que hizo la prueba el día de la audición. Como ejercicio, pedimos a los niños que hicieran la primera escena de la película: el niño esperando, con el auricular en la mano, que su padre conteste. Cuando Thomas tuvo el teléfono en la mano, su concentración, la tensión que este chico logró crear nos hizo creer a mi hermano y a mi que quizás alguien iba realmente a hablar al otro lado de la línea. Cuando vimos eso nos dijimos: "A este niño lo tenemos que volver a ver".
¿Qué piensan de los fanáticos que hablan de un cine con la marca Dardenne?
No lo sé. Lo que hacemos mi hermano y yo es pensar en nuestra próxima película y no reflexionamos mucho acerca de lo que otros piensan sobre nuestros mensajes en los filmes. Uno no puede ser el observador de su propio trabajo. Podemos tratar de explicar lo que hacemos, de forma más o menos clara -algo que nunca está completo, por fortuna- pero pienso que las cosas no van más allá. Nuestro papel de cineastas se limita a eso.
¿Cuál es la clave para ser emotivos sin caer en el sentimentalismo llorón?
No hay receta. Sólo hay esta voluntad que hemos mantenido, desde que empezamos, de trabajar en el cine de justamente nunca caer en el sentimentalismo fácil. Simplemente es nuestra obsesión. Siempre creamos esperando que lo que contamos no va a parecer demasiado angelical.
¿Qué viene para los Dardenne este año?
Este año, como cineastas, hemos empezado a desarrollar un trabajo sobre nuestra próxima película, apenas estamos escribiendo el guion.
La crítica opina de 'El niño y la bicicleta'
"Con su acostumbrada contención, los hermanos Dardenne han añadido otra exquisita entrada a su magistral trayectoria"
David Rooney.
The Hollywood Reporter
"Radical ejercicio de concisión narrativa que corre el riesgo de ser subestimado cuando, en realidad, es el afinamiento del cine social (de los Dardenne), siempre limpios de paternalismo y sermoneo ideológico".
Jordi Costa
El País (España).
"Hace una declaración de gran alcance acerca de la situación de los niños no deseados. Pero también incorpora elementos de melodrama, cine negro, e incluso de un cuento de hadas que confirma la gran compasión de los Dardenne"
Ben-Sachs
Chicago Reader.
David Rooney.
The Hollywood Reporter
"Radical ejercicio de concisión narrativa que corre el riesgo de ser subestimado cuando, en realidad, es el afinamiento del cine social (de los Dardenne), siempre limpios de paternalismo y sermoneo ideológico".
Jordi Costa
El País (España).
"Hace una declaración de gran alcance acerca de la situación de los niños no deseados. Pero también incorpora elementos de melodrama, cine negro, e incluso de un cuento de hadas que confirma la gran compasión de los Dardenne"
Ben-Sachs
Chicago Reader.
Dos hermanos y un solo cine
Una persona con cuatro ojos, así se hacen llamar Jean Pierre y Luc Dardenne, quienes comenzaron sus primeros pasos en el cine produciendo documentales (hicieron unos 60).
Estudiantes de arte dramático y filosofía, respectivamente, su primera incursión en el cine de ficción fue en drama 'Falsch' (1986). Diez años después filmaron la que sería la cinta de la consagración internacional: 'La promesa', un drama que exploraba la bondad y exponía el problema de la inmigración ilegal en Europa.
Luego estrenaron 'Rosetta' (1999), con la que ganaron la Palma de Oro del Festival de Cine de Cannes, en la que una adolescente busca mantener su trabajo. Émile Dequenne se quedó con el premio en la categoría de actriz.
En el 2002 rodaron 'El hijo', una historia de redención y perdón, y en el 2005 se estrenó el 'El hijo', un drama brutal de una pareja tratando de recuperar a su bebé, con el que ganaron de nuevo la Palma de Oro de Cannes.
En el 2008 volvieron a los cines con 'El silencio de Lorna', acerca de una inmigrante albana que trata de conseguir la nacionalidad belga. Un filme en la que una persona con sueños y buena conducta enfrenta decisiones morales muy fuertes.
ANDRÉS HOYOS V.
Una persona con cuatro ojos, así se hacen llamar Jean Pierre y Luc Dardenne, quienes comenzaron sus primeros pasos en el cine produciendo documentales (hicieron unos 60).
Estudiantes de arte dramático y filosofía, respectivamente, su primera incursión en el cine de ficción fue en drama 'Falsch' (1986). Diez años después filmaron la que sería la cinta de la consagración internacional: 'La promesa', un drama que exploraba la bondad y exponía el problema de la inmigración ilegal en Europa.
Luego estrenaron 'Rosetta' (1999), con la que ganaron la Palma de Oro del Festival de Cine de Cannes, en la que una adolescente busca mantener su trabajo. Émile Dequenne se quedó con el premio en la categoría de actriz.
En el 2002 rodaron 'El hijo', una historia de redención y perdón, y en el 2005 se estrenó el 'El hijo', un drama brutal de una pareja tratando de recuperar a su bebé, con el que ganaron de nuevo la Palma de Oro de Cannes.
En el 2008 volvieron a los cines con 'El silencio de Lorna', acerca de una inmigrante albana que trata de conseguir la nacionalidad belga. Un filme en la que una persona con sueños y buena conducta enfrenta decisiones morales muy fuertes.
ANDRÉS HOYOS V.
F eltiemnpo
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