sábado, 12 de mayo de 2012

Raphaël Domjan, el hombre que se mueve por el mundo con energía solar


Raphaël Domjan, el hombre que se mueve por el mundo con energía solar


El ingeniero suizo es el primero en liderar la vuelta al mundo de un barco movido con energía solar.

Había que hacer algo. Eso pensó el suizo Raphaël Domjan al mirar, impotente, cómo un glaciar tan grande como diez canchas de fútbol se derretía ante sus ojos sin remedio, en las costas de Islandia, solo por un drástico cambio climático.

Corría el 2004, una época en la que el calentamiento global era un tema casi marginal, discutido por un exclusivo grupo de ambientalistas que hablaban de él muchas veces en voz baja y como reunidos en una cofradía. Pero Domjan insistió en que, a pesar de todo, tenía que hacer algo, aunque fuera un esfuerzo aislado pero impactante para llamar la atención sobre la necesidad de reducir el uso de combustibles fósiles, reemplazarlos por energías 'verdes' y contribuir con el planeta.

Se inventó entonces una hazaña inédita: darle la vuelta al mundo a bordo de un barco impulsado únicamente por el sol, proeza que lideró y que acaba de terminar el pasado 4 de mayo.

"Quería enseñarle al mundo que es ya, no en cien o mil años, sino ya, cuando tenemos la tecnología y la energía limpia para que las cosas comiencen a cambiar", le dijo Domjan a EL TIEMPO- con la tranquilidad que da el deber cumplido- desde Yverdon-les-Bains (Suiza), el centro de operaciones del PlanetSolar. Así fue conocido el barco en todo el mundo, pero Domjan lo bautizó Türanor, que significa 'la fuerza del sol', según un lenguaje extraído de El señor de los anillos, uno de sus libros favoritos, después de los de Julio Verne.

Cuando se le pregunta si se siente pionero de lo que podría ser el transporte del próximo siglo, que para ecólogos y ambientalistas deberá moverse sin petróleo e incluso con la fuerza del viento, él responde que más que un precursor se considera un visionario.
"Hoy la humanidad tiene todo a su disposición, como conocimientos, tecnologías y materias primas para ser sostenible, para que pueda vivir mientras protege el planeta. No soy como los hermanos Wright, que inventaron el avión casi de la nada; simplemente he mostrado que el camino hacia lo sostenible está abierto y puede ser recorrido en todas partes, no solo en tierra con los vehículos eléctricos, también en el mar".

Su aventura toma más importancia por haberla terminado en el 2012, el Año de las Energías Renovables según declaración de la ONU, y en momentos en los que la navegación marítima, tanto de cruceros como de carga, es cuestionada en todo el mundo por la contaminación que causa en los océanos.

Por ejemplo, según la organización Oceana, el consumo de combustible fósil de un crucero es equivalente al que emplean 12.000 vehículos, con el agravante de que el tipo de carburante utilizado en la mayoría de estos buques es 50 veces más tóxico que el normal.

Por su parte, la ONG Oxfam, de Inglaterra, dice que el transporte marítimo genera el 3 por ciento de las emisiones totales de dióxido de carbono en el mundo. Y reafirma que una sola embarcación produce más emisiones al año que pequeños países insulares que están a punto de desaparecer por el cambio climático.

En el mar de Cartagena
Domjan y su tripulación, conformada por dos franceses, un alemán y un suizo, zarparon desde el principado de Mónaco el 27 de septiembre de 2010. Sus dos primeras paradas fueron en Miami (EE. UU.) y Cancún (México). Y antes de llegar a Panamá e islas Galápagos, también hicieron una escala en Cartagena de Indias.

"Allí recibimos el escudo de la ciudad, que siempre llevamos con mucha satisfacción. En Colombia y Ecuador vimos que hay mucha actitud hacia el cambio de tecnologías, con el cual podríamos cooperar", explicó este ingeniero electrónico, paramédico, guía de montañismo y quien se considera un gomoso del sol, al punto de que en el 2001 fundó una empresa en Internet cuyos servidores funcionaban con paneles fotovoltaicos. Luego de dejar América, el barco tocó otros 14 puertos en todo el mundo, incluyendo Brisbane (Australia), Manila (Filipinas), Bombay (India) y Doha (Qatar), antes de llegar de nuevo a Mónaco, hace nueve días. Acumularon un año, siete meses y siete días de navegación.

El PlanetSolar llegó a producir de 500 a 600 kilovatios de energía por hora cuando hacía buen tiempo, lo suficiente para recorrer un máximo de 300 kilómetros. Su velocidad era como la de un velero, con un motor tan potente como una moto y que debió moverse siempre por el Ecuador, para aprovechar la máxima cantidad de sol. A bordo, todo funcionaba gracias a sus rayos, desde los computadores hasta la calefacción del agua. Por eso, no es extraño que tuviera que quedarse quieto ante alguna tempestad. Su construcción, apoyada por la Agencia Espacial Europea, el Gobierno suizo y empresas privadas, se logró en Alemania por 15 millones de euros.

"El sol siempre ha tenido un significado muy especial, desde los incas -agrega el suizo-. Y hoy cobra uno más fuerte, no solo para proteger al planeta, sino para sostener nuestras economías".


F  eltiempo.com

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