jueves, 7 de junio de 2012

José José colombiano quiere demostrar que 'hijo de tigre sale pintado


José José colombiano quiere demostrar que 'hijo de tigre sale pintado


A Brayan Fanier Álvarez y al cantante mexicano les parece bien que haya claridad sobre su vínculo.

Era la primera vez que iba a tenerlo cerca. Brayan estaba escondido detrás de una puerta, a la espera de que el presentador de El ventanal de los recuerdos, un programa de la televisión antioqueña dedicado a las baladas, lo anunciara.

-José José, este es un joven colombiano que quiere homenajearlo
-dijo el presentador.

Era el 2010. El mexicano había llegado a Medellín para una gira de conciertos y había aceptado una entrevista con el programa. Brayan salió vestido de blanco y empezó a interpretar uno de los temas emblemáticos del cantante, El triste. Mientras el muchacho cantaba, José José sonreía, tarareaba, aplaudía, aprobaba, se sorprendía. Al final, un abrazo y un gracias. Su encuentro vendría después. 
Brayan Fanier Álvarez Rojas tenía entonces 19 años. Era un bachiller del Colegio Nacional Académico de Cartago (con el mejor Icfes del plantel, las mejores notas) y estudiaba Contaduría Pública en la Universidad del Valle. También era conocido en el Eje Cafetero, donde solían contratarlo en centros comerciales, en clubes, en fiestas privadas, para oírle su voz en baladas románticas de José José, Camilo Sesto, Sandro o Raphael.

Nació en 1991, en Supía, a una hora y media de Manizales. Allá vivía con su mamá, Isabel Cristina Álvarez, que muchas veces debía dejarlo a cargo de sus padrinos para dedicarse a los negocios que tenía en Pereira. Su mamá tenía dos hijos mayores, pero ellos vivían con su papá, de quien se había separado tiempo atrás. Brayan creció en su compañía y con la música que ella le ponía día y noche. Baladas, tangos, boleros. "Canto desde que tengo memoria", dice. Su primera presentación fue a los 5 años, en la clausura del kínder, donde interpretó a Darío Gómez.
Cuando su mamá se volvió a casar, la familia se radicó en Cartago, Valle."Mi padrastro tenía negocios allá -dice Brayan-.
Tuve una relación buena con él, pero siempre supe que no era mi papá".
 Y lo sabía porque su mamá se lo había dicho desde que era un niño. Cuando tenía unos 8 o 9 años, Isabel Cristina tomó los discos de José José que había en su casa y le contó lo que había vivido. Le dijo que había conocido al artista mexicano a principios de los 90, en el Club Rialto de Pereira, donde estaba contratado para cantar; que habían estado una semana juntos y ella se había enamorado. "Y que de esa historia había nacido yo", dice Brayan.

Su mamá lo encaminó de forma que viera al cantante como su padre y le inculcó un cariño muy grande hacia él. Le explicó que José José nunca había sabido nada. "En ese momento, él estaba muy mal de su enfermedad, el alcoholismo, y mi mamá no quiso afectarlo más. Además, ella solo me tenía a mí y quizá temía perderme al revelar la verdad".

Isabel Cristina le advirtió, también, de la prudencia que debía tener respecto del tema. Brayan no hablaba con nadie de esto. De vez en cuando, le decía a su mamá que quería conocerlo, pero ella solo le contestaba que el momento adecuado llegaría. A los 16 años, Brayan se atrevió a escribirle, no como un posible hijo, sino como un aficionado más. Le mandó correos electrónicos diciéndole lo mucho que admiraba su música y el deseo que tenía de conocerlo. "Algún día que estemos cerca, nos conoceremos", le contestaba José José, siempre con cordialidad.

***

Entre tanto, Brayan terminó el bachillerato y soñaba con ser sacerdote. En el colegio lo llamaban el 'Padrecito' porque era acólito, miembro de la infancia misionera y hablaba todo el día de Dios (aún hoy, en su conversación, aparecen parábolas de San Pablo o reflexiones sobre la fe).

Alcanzó a pensar que ese era su camino, pero el divorcio de su mamá cambió su idea. "Ella solo me tenía a mí. Sus otros hijos estaban lejos, y yo debía asumir mi responsabilidad en el hogar". Eligió, entonces, estudiar Contaduría, que combinaba con los contratos musicales que crecían cada día más. A pesar de que su mamá insistía en el silencio, Brayan soltaba por ahí en alguna parte el cuento de su posible origen. El tema se fue regando al punto que en los conciertos comenzó a ser presentado como "el hijo de José José". El principal apoyo de su carrera empezó en Pereira. Allá conoció al periodista deportivo Gustavo 'Tato' Sanín, que le dijo:
-Brayan no es un nombre atractivo. No es comercial.

Y le propuso llamarse Manuel José. Desde entonces, ese es su nombre artístico. Por esos días su repertorio era mucho más amplio que los temas de José José. Sin embargo, no había ocasión en que la gente no le dijera que cantaba igualito a él, que se movía igualito, que era igualito. "Me aburría que me repitieran que dejara de imitarlo, porque yo no lo imitaba: me salía así", dice. 
En el 2010, Brayan se empeñó en conocer a José José y supo que vendría a Colombia. La oportunidad perfecta. Buscó al empresario y le contó para qué quería hablar con el artista. El hombre no se sorprendió, le dijo que llegara a Medellín y que al final del concierto podrían encontrarse en el hotel. Brayan viajó.

Fue cuando lo contactaron del programa antioqueño (donde ya conocían su historia) para que cantara en directo. "Don José recibió muy bien mi actuación, pero el empresario se disgustó. Me dijo que ese no había sido el trato conmigo".

Pese a esto, el encuentro no se dañó. Después de su concierto, José José lo recibió en la habitación del hotel donde se hospedaba. Brayan le contó todo lo que su mamá le había dicho desde niño, lo llenó de anécdotas concretas y le explicó: "No vengo a pedirle nada, ni su apellido, ni su dinero, ni su reconocimiento público. Solo quiero su amistad y, si mi talento y mi juventud le sirven, estoy a sus órdenes". José José le explicó que no podía acordarse de nada de aquellos años. Se conmovió con las palabras que oyó de Brayan.

-Si los medios explotan el tema, nos hacemos una prueba de ADN y aclaramos todo -finalizó el mexicano.

Brayan salió con sentimientos cruzados. Cómo era posible -pensaba- que al verlo, al saber su historia, don José (como le dice) no sintiera el llamado de la sangre. "Y que mientras yo no le pedía nada, él sí me exigiera una prueba de ADN". Poco tiempo después recibió una llamada de México. La revista TVNotas había convencido a José José de darle la exclusiva del examen para ver si Brayan era su hijo. Viajó hasta Ciudad de México, se encontraron en un hotel que habían decorado como apartamento y, ante las cámaras, se hicieron la prueba.
-Sería muy raro que saliera negativa -dijo José José-. Brayan es igualito a mi padre.

Los médicos les anunciaron que les entregarían los resultados en dos semanas. Duraron mes y medio. Ya en Colombia, Brayan recibió una llamada de don José. Los resultados habían salido negativos. "No pasa nada -le dijo-. Seguiremos siendo amigos, seguiré apoyándote en tu carrera". Y en realidad empezó a crecer entre ellos una conexión especial.
***

Cuando cursaba octavo semestre de universidad, y con contratos por el país, Brayan recibió la oferta para participar en el programa Yo me llamo en su primera temporada. "Era un formato nuevo y yo no sabía cómo iba a salir. Decidí tener prudencia y esperar a ver", dice Brayan, que con 21 años tiene un aplomo de hombre mayor.
Tampoco lo convencía la idea de ser "un imitador". Ya estaba empezando a hacer un camino propio y no quería encasillarse en parecerse a otro. Pero la insistencia fue mucha, de sus amigos, de algunos empresarios y hasta del mismo canal Caracol. "Pensé que sería un bonito homenaje, una forma de que se volviera a oír a José José y de darme a conocer", dice. 
Se presentó con esa personalidad suya, reservada, más bien tímida. Y mientras público y televidentes lo veían como uno de los candidatos a ganar, Brayan no confiaba tanto; de hecho, nunca desempacó su maleta en el hotel donde vivió cuatro meses como concursante porque "de pronto me iba a devolver pronto".

Por eso siente que ganó mucho en confianza con el paso por el concurso, donde no tuvo que hacer más que peinarse y maquillarse un poco para parecerse al original. De resto, lo tiene, sea su hijo o no. La duda existe aún, claro. Por eso está presente la idea de hacerse otra prueba: a los dos les parece bien que haya claridad. Pero esta vez será alejada de las cámaras de televisión. 
-Ya hay una conexión más allá de lo que diga un examen. Entre nosotros existe una relación muy afectiva, necesaria -dice Brayan, que adorna sus manos con anillos similares a los que usaba José José.

-¿Se los regaló él?

-No. Este me lo dio mamá en mi grado, este me lo regaló una amiga, este mi padrastro.

-¿José José le ha regalado algo?

-Me regaló la vida -dice Brayan, o Manuel José, o José José. Y cuenta que parte de los 500 millones que recibirá como premio llegarán a don José-. Es un agradecimiento. Al fin y al cabo, yo me los gané representándolo a él.

F  eltiempo

No hay comentarios:

Publicar un comentario