jueves, 21 de octubre de 2010

Confesiones en el paraíso con la Toya Montoya

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Con solo 25 años ha logrado lo que muchas sueñan: destronar a símbolos del modelaje colombiano.

Empujada por el viento que pega de tarde en tarde en Santa Marta, arrancó a hacer de las suyas.
Convertida en una versión moderna de la protagonista de María, la novela de Jorge Isaacs, la imagen del Caliexposhow nos confesó que, sin buscarlo, ya encontró al hombre de su vida.
La sensación fue extraña. Verla deslizándose por los pasillos de la hacienda El Paraíso, la misma en la que el escritor vallecaucano Jorge Isaacs construyó la historia de amor entre Efraín y María, de una u otra manera nos hizo pensar en aquel ser que murió de amor.
Y es que, sin buscarlo, todo coincidió: la Toya, con su pelo largo y castaño oscuro, con sus maneras frágiles y aquella mirada que quizá por crecer viendo el mar siempre se pierde en el horizonte.
La Toya, con aquellas piernas extensas y delgadas que son su gran arma, fue la musa perfecta para el talento de los diseñadores vallecaucanos que individualmente construyeron a una mujer con ganas de arriesgarse, amante de vestidos llenos de minuciosos detalles, de colores neutros, sobrios, pero con el poderío suficiente para conseguir que todas las miradas se fijen en ella.
Y el escenario: aquella casona conservada sobre la montaña de El Cerrito, el municipio del Valle del Cauca, con sus cuartos repletos de viejos enseres, de candelabros y baúles, de anaqueles y hasta costureros que han sido conservados como el más preciado patrimonio.
Poco a poco, mientras alguien le contaba a la sirena los detalles de la historia de amor que en 1867 se vivió en aquel lugar, comprendió que estaba pisando territorio sagrado para los vallecaucanos; por eso, lentamente, con todo el cuidado posible, se acercó a cada rincón de la hacienda, intentando imprimir en su mirada, en sus gestos, la tristeza en el alma con la que vivió María hasta sus últimos días.
Una tarea no tan compleja, pues mientras no sonríe, Toya emana un aire de mujer enigmática. "Así debió vivir ella, enamorada, pero con el alma enferma", dijo, mientras se acercaba a la ventana del cuarto en el que dormía la musa de Jorge Isaacs.
Mientras caminaba en medio de los rosales, la Toya dejaba en evidencia que no le interesa saltarse las etapas de su vida y por eso, aun con toda la fama que arrastra, quiere seguir viviendo sus 25 años, dispuesta a reírse de la vida, con licencia para seguir cometiendo una que otra locura.
Fue ahí mismo cuando confesó que no son muchas las cosas que la acercan a la tierra del azúcar -aunque su talento y aquel cuerpo delgado que se mueve con una sutileza que envuelve a cualquiera, fueron suficientes para que las directivas del que se ha convertido en uno de los eventos de moda más importantes del país la escogieran como su imagen-.
Ahora, un poco para hacer justicia, devolviendo semejante gesto, pasa varios días a la semana en Cali, asistiendo a todos los eventos a la que es invitada, aprendiendo de la salsa -que baila muy bien-, de la cultura de la ciudad, y de su propia historia. Y no es un esfuerzo.
La Toya tiene personalidad de esponja, absorbe todo lo que la vida le presenta. Eso lo aprendió en su casa y lo reafirmó cuando la vida le trajo a un nuevo amor, el que ella considera es el más grande de su vida: "Creo que Juan (Juan del Mar) es la persona con la que quiero estar el resto de mis días".
Eso podría sonar a frase de cajón, pero no es así. No lo es, pues esta mujer aprendió a vivir como el mar: yendo y viniendo, moviéndose de manera constante, adaptándose a todas las circunstancias.
Por eso, la idea de aferrarse a algo o a alguien no es precisamente una obsesión.
De hecho, es por esa manera de pensar las cosas que decidió desde muy pequeña que el matrimonio, el rito clásico, no haría parte de su vida: "No creo en el matrimonio, porque condiciona las relaciones. Si tú amas a una persona, haces un compromiso sin necesidad de firmar un papel o que alguien te dé una bendición. Mi experiencia me dice que el matrimonio acaba con el amor. Desde que tengo uso de razón esa idea ha estado en mi cabeza".
Esas frases podrían generar un maremoto en una ciudad como Santa Marta, de la que ella proviene y en la que la ven como una de sus niñas mimadas. Sin embargo, en su casa ya la conocen bien.
Tienen claro que cuando a María Victoria (como seguramente le dicen cuando le quieren llamar la atención) se le mete una idea en la cabeza, difícilmente pueden hacer algo para cambiarlo: "Son familias costeñas conservadoras, pero al final las decisiones que tomamos las respetan. Ellos son comprensivos y lo que es mejor, nuestras familias, la de Juan y la mía, se entienden a la perfección. Eso me hace feliz".
Es verdad. Aunque sus respuestas tienen aire de mujer de mundo, en el fondo, más allá de sus propias libertades, la tranquilidad de su familia, es un asunto fundamental, sobre todo cuando sabe que tiene al lado a un novio no muy amante de los protocolos. "Pero eso me encanta de él, que tenga toda la personalidad y el carácter del mundo, independientemente si a la gente le parece bien o no.
Él torea porque quiere torear y porque tiene disciplina para hacerlo, tiene unos restaurantes increíbles, baila y lo hace bien, si actúa lo hace con el alma. Las críticas lo fortalecen, eso se lo he aprendido".
Y sí que es fuerte, incluso le propuso ir de medio en medio cuando comenzaron los rumores de una posible intervención en photoshop de su gran destape en la revista Soho: "En esa época no éramos novios, pero lo llamé y le dije: 'qué te pasa'. Ahí fue cuando me salió con el cuento de que iba a ir a demostrar que no era cierto lo del photoshop. (Risas). No todo el mundo tiene los huevos para hacer esas fotos".
A la Toya le gusta ser directa, odia maquillar su vida. Así le enseñaron. Por eso reconoce que su paso por la presentación en TV -debutó en las playas de El desafío 2010-, aunque no fue el más aplaudido, le enseñó a creer en lo que tiene por dentro, pero sobre todo a no dejarse derrumbar por los señalamientos: "Uno recibe muchas criticas destructivas. Pero cuando te dicen, Toya 'te estás parando horrible pero puedes hacerlo de esta manera', o 'estás hablando terrible, corrígelo así', eso es diferente. Hay gente, en cambio, que lo que intenta es acabarte".
Pero no la acabaron, al contrario, le dieron más fuerza: "Sí, era un riesgo, pero me creí capaz de hacerlo. Tenía a mi favor haber participado en un reality similar, sabía lo que los participantes sentían, sabía cómo les gustaría que les hablaran. Fue muy arriesgado. Hay personas que no se atreven a hacer cosas tan grandes de un solo impulso, pero esto era algo que sabía que sí podía hacer. Creo que el éxito está en las ganas, si te concentras en lo que estás haciendo, las cosas se pueden sacar adelante".
Lo que viene ahora es ponerle freno a lo que muchos pensarían es una carrera disparada. Es cierto. Aunque su imagen aparezca en comerciales, en revistas y hasta en vallas en las grandes ciudades, conseguir una nueva oferta para hacer TV no la trasnocha: "No me parece que deba hacer cosas por obligación. La presión es permanente. Hace un año empezaron '¿y no vas a ser actriz?, ¿Y no vas a presentar?'". Mi carrera es increíble, puedo hacer miles de cosas y no necesariamente TV. Si mañana aparece algo que me deslumbre, lo haré; pero si no, estaré tranquila. Creo que uno no tiene que estar figurando todo el tiempo para ser exitoso".
Y mientras eso pasa, hay tiempo incluso para las cosas que alimentan el alma: "Tengo un proyecto con Viña Machado y un grupo de amigas de Santa Marta de formar una fundación que se llamará Sonrisas con futuro, a eso le estoy metiendo todo el corazón. Va dirigida a la población infantil de 4 a 18 años, la idea es hacer comedores sociales en Santa Marta, porque nada sacamos con tener las mejores escuelas si los niños llegan a clases sin probar un solo alimento".
 Así son los pasos de la Toya, sutiles pero muy firmes. Como sus maneras, esas que desplegó con encanto por cada pasillo de este escenario de amores y tragedias. Esos mismos pasos serán los que, durante esta semana, sacudirán las pasarelas vallecaucanas.

F  eltiempo.com

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