jueves, 28 de octubre de 2010

Kirchner, el hombre que jamás conoció la calma

Mas Informacion:  http://toda-la-informacion-del-mundo.blogspot.com/


Al fallecido ex presidente argentino, Secretario de Unasur, todo en la vida le llegó de repente.

Súbitamente, había llegado a la Presidencia en el 2003. Súbitamente, y en pocos meses, conquistó el poder. Lo concentró de tal manera, que hoy, con su súbito deceso, deja un inmenso vacío en el Gobierno y también en la vida pública argentina, a tal punto, que obliga a replantear todo el espectro político.
Néstor Carlos Kirchner, 60 años, no conocía la calma y mucho menos la paciencia ni las pausas. Fue un hombre fiel a sus convicciones, pragmático, desbocado, hiperquinético y avasallador, rasgos con los que plasmó su impronta, no sólo sus Gobiernos (el suyo y el de su esposa), sino también la era en la que concentró el poder en los últimos años.
Su tendencia a controlarlo todo, su pasión por atender hasta el más mínimo asunto del Gobierno lo hacían vivir en el límite del estrés. Al menos eso dicen quienes compartieron con él las últimas horas.
Venía de dos crisis cardiacas en menos de ocho meses, la última, en septiembre pasado, cuando fue sometido a una angioplastia, que no evitó que 48 horas después estuviera participando, aunque pasivamente, en un acto en el Luna Park porteño con la juventud peronista.
No escuchó nunca a su amigo y médico personal, Luis Buonomo, quien le aconsejaba parar. Pero él era un hombre que vivió y desvivió para eso, para la construcción del poder.
Ya en su adolescencia, 'Lupín' (un célebre personaje de cómics, como lo habían apodado sus amigos) allá en su ciudad, Río Gallegos (Santa Cruz, donde nació el 25 de febrero de 1950), daba muestras de su pasión por el dinero, una de las formas del poder, tendencia que había heredado de su abuelo paterno, Carlos, reconocido comerciante y prestamista, cuando la desolación de esa ciudad patagónica se parecía mucho al fin del mundo.
Cristina, esposa y socia
Miembro de una familia de clase media, tanto él como sus dos hermanas vivieron sin contratiempos económicos y terminaron una carrera universitaria. Él había viajado a La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, en 1969, para estudiar derecho.
Fue en la Universidad de La Plata donde se graduó de abogado en 1976 y en el amor, después de conocer a quien no sólo fue su esposa, sino su socia en el estudio de abogados, en los negocios y en la política, Cristina Fernández, con quien tuvo dos hijos: Máximo (32 años) y Florencia (20).
Cuando irrumpió la dictadura militar, ambos decidieron radicarse cerca de la familia. Allí abrieron su estudio de abogados, donde tuvieron como clientes desde sindicalistas a empresas petroleras.
Ya en 1982, cuando la guerra de las Malvinas abría el paso a la transición democrática, el patrimonio de los Kirchner era cuantioso.
Fue ese año cuando ambos decidieron regresar a la militancia política que había quedado trunca en La Plata e inauguraron el Ateneo Juan Domingo Perón, desde donde construyó su proyecto de poder.
Un año después, asumió el cargo de director de la Caja de Previsión Social, al que renunció en 1984. En 1987, Kirchner ganó las elecciones para intendente (alcalde de Río Gallegos).
Desde entonces, nunca más conoció la derrota electoral, hasta las legislativas del 2009. Aquel cargo había sido el trampolín para llegar a la gobernación, puesto en el que permaneció 12 años, hasta el 2003, cuando el ex presidente Carlos Ménem, forzado a una segunda vuelta presidencial, renunció a su aspiración y lo convirtió en mandatario.
Durante sus tres períodos en Santa Cruz, había construido un poder que sirvió de base para lo que fue su presidencia, gestión que ayudó a recuperar la gobernabilidad perdida, pero que no ahorró enfrentamientos con sectores (militares, Iglesia, empresarios, medios) ni con personajes políticos. Tampoco escatimó en virajes como el de pasar de ser un neoliberal convencido en tiempos de Ménem, a un crítico acérrimo del Fondo Monetario Internacional.
Por eso, pudo jactarse de recuperar el país y las instituciones, de haber ayudado a designar una Corte Suprema de Justicia independiente, aunque después fue blanco de sus ataques.
Fiel a su estilo, era capaz de zarandear en público a su vicepresidente, Daniel Scioli, o al hombre al que había elegido para acompañar a su esposa en la Presidencia, Julio Cobos.
No sabía gobernar sin preformar un enemigo en frente, pero sí demostró gran astucia e inteligencia a la hora de generar una mística en sus seguidores, en tiempos en que la política se encontraba sumamente devaluada, a tal punto que, desde ayer, el peronismo tiene un nuevo icono, como pudo verse en las aglomeraciones populares en varias partes del país.
Primer esposo del país
Kirchner terminó su Presidencia en el 2007, con un alto índice de popularidad, gracias a una gestión económica que le permitió al país un crecimiento del 8 por ciento promedio anual, apoyada más en los vastos ingresos por exportación de commodities (materias primas) que en un plan económico del que careció siempre.
Pudo haber sido reelecto, pero ya su salud y su proyecto de perpetuación lo llevaron a lanzar a "su otro yo", a su esposa y socia política. Pero era claro que aspiraba a ser candidato en el 2011.
Desde la conducción del Partido Justicialista, siguió concentrando el poder y las grandes decisiones del Gobierno de su esposa. A él se lo responsabilizó de la extensa crisis con el campo en el 2008, y en gran parte de la derrota electoral en el 2009, cuando salió electo diputado.
Y a comienzos de este año había accedido a la Secretaría General de Unasur, una vez que se destrabó el conflicto con Uruguay por las plantas de celulosa.
Su gestión personal ayudó a que Colombia y Venezuela reanudaran en agosto último sus relaciones diplomáticas, en una muestra cabal de su pragmatismo, ya que se lo veía siempre como un aliado de Hugo Chávez, lo que no le impidió mantener una corta, pero fructífera, relación con el nuevo presidente colombiano, Juan Manuel Santos.
Controvertido, intenso, arriesgado, enérgico y hasta con rasgos autoritarios, el Kirchner que murió es tal vez el político que más debió trabajar para sacar al país del pozo económico y social en el que se encontraba en el 2003. Y también el que más poder acumuló desde los tiempos de Juan Domingo Perón.
El que a su manera, cuestionable o no, garantizaba la gobernabilidad. Lo había hecho, como todo en su vida, súbitamente.
Así, súbitamente, falleció en la mañana del pasado martes, dejando a todo el espectro político en un desconcierto y en una orfandad, cuyas consecuencias aún se encuentran respetando el luto por la muerte de un hombre que súbitamente se ganó un lugar en la historia.

F  eltiempo.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario