miércoles, 27 de octubre de 2010

El Circo, cuando se oculta el sol

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Aparentemente, los artistas de Quidam, el espectáculo que el Cirque du Soleil presenta en Bogotá, no responden al grito "¡Que tengan un gran show!", con el que su director técnico, Roland Richard, los motiva cada noche. Pero si alguna vez, olvida el grito, ellos se acercan y le reprochan con un "¿Qué te pasa?". Para estos virtuosos, la consigna se ha convertido en un amuleto. 

"Tenemos un trabajo bastante pesado aquí, en Bogotá, con dos funciones diarias. Normalmente llegamos al hotel a las 11 de la noche, pero apenas nos despertamos, al día siguiente, nos tenemos que volver a conectar de inmediato", comenta Richard.

Durante el espectáculo, él se ubica en un pequeño palco al lado de los espectadores. Desde allí monitorea los actos y anota en su computador personal todos los pormenores. Es tal la entrega de los artistas que, si las cosas no salen bien, les cuesta perdonar sus propios errores.

"Aquí, en Bogotá, Jamieson Lindenburg, uno de los cantantes del show, tuvo dolor en la garganta y bronquitis durante un par de días. Pero después de la presentación del viernes pasado, me acerqué y le dije: '¡Bravo, espectacular interpretación!', y él se rehusaba a creerme".

Con una cámara de video, el director técnico de Quidam graba todas las funciones. Al día siguiente, presenta la grabación a los artistas para que analicen cada detalle de sus actos. Es una muestra del compromiso de todos los integrantes del grupo, que, según él, es una de las claves del éxito.

Para ver la galería de fotos tras bambalinas, haga click aquí.

"Los artistas tienen muchísimas horas de entrenamiento cada semana, así como todos los que los rodean: los técnicos y los miembros del equipo, que quieren tener un desempeño impecable".

El acto más complejo de esta producción, agrega, es el de los aros aéreos (aerial hoops), realizado por tres acróbatas que se mueven por el escenario en un aro sostenido por una cuerda. "Es un acto muy complejo porque ellas no están aseguradas a ningún arnés y yo soy el que ordena todos los movimientos", añade.

La coordinación entre los acróbatas es una de las claves del espectáculo y el público pierde el aliento en ciertos actos. "Esto hace parte de la magia de algunas de las producciones del Cirque du Soleil", comenta Richard, quien agradece la acogida que han tenido en Bogotá, pero también tiene reparos sobre el comportamiento de los espectadores. 

"Antes de cada presentación, hay un anuncio que le solicita que no se tomen fotografías con flash y que no graben. Pero, en ocasiones, la gente no escucha y activa el flash. Eso es muy peligroso para los artistas, porque se pueden distraer", recalca. Sin embargo, destaca: "La respuesta del público colombiano ha sido asombrosa. Y es que esa química entre artistas y asistentes es vital para nosotros".
Publicado el 26 de octubre de 2010
Yhonatan Loaiza Grisales
Cultura y Entretenimiento

F  eltiempo.com

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