miércoles, 9 de febrero de 2011

Chuchita', un gaitero de San Jacinto, ya no quiere ni cantar

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Juan Fernández afirma que nunca recibió la ayuda del gobierno.

Ahora que está más delgado que nunca, que los pantalones se los tiene que amarrar muy duro con una pita para que no se le caigan, a Juan 'Chuchita' Fernández no se le quita de la mente el canto de Enrique Díaz que habla de un terrateniente cují (tacaño) que no comía para no gastar plata y que estaba más flaco que un 'carrao'.

El célebre gaitero se rasca la cabeza y dice que en verdad él tiene mucho de 'carrao', una especie de garza que tiene las patas flacas como él y que canta para pedir lluvia cuando hay verano y para pedir que cese la lluvia cuando hay invierno. "Así era yo. Tenía que estar cantando a toda hora, pero ahora ya casi no tengo fuerzas para chiflar", dice.

Aunque desde hace unos tres años venía sufriendo centellazos de dolor en las articulaciones (cuando la artritis le comenzó a poner los dedos como picos de loro y le impedía agarrar con la fuerza de antes las baquetas de su tambora), sólo en noviembre del año pasado vino a ponerles bolas a esos relampagazos en la columna y en la pierna derecha.

"Yo no soy llorón y no me quejaba, pero ese dolor es pa' machos. Empieza como si tuviera un millón de hormigas caminando sobre mi cuerpo y después se me va entumeciendo la pierna hasta quedarse tesa como un palo de ceiba", confiesa.

A su hija Emérita, que vive con él, le tocó ver llorar a su padre por primera vez la semana anterior, cuando no pudo levantarse de la cama y tuvo que llevarlo de urgencia al hospital. "Me imploraba que no lo dejara morir y lo vi tan indefenso que tampoco pude aguantar las lágrimas", dice la hija del gaitero.

Ya no quiere cantar
'Chuchita', de 80 años, tiene comprometido el nervio ciático y desde finales de noviembre está casi tullido, sin poder caminar más de una cuadra y casi sin dormir, por los espantosos dolores que lo hacen gritar y que tienen asustada a su esposa, Arnulfa, madre de sus 12 hijos y cómplice de todas sus juergas y locuras.

"Debe estar muy mal, porque ya no le provoca ni el ron", dice la mujer.

Ni el ron ni la guartinaja (un roedor), su plato favorito, ni la bulla. Tampoco le dan ganas de cantar y, por primera vez en su vida, se negó a una presentación, en enero pasado, cuando en San Jacinto, su pueblo, celebraron la Fiesta del Pensamiento y dijo que no iría, porque no podía caminar más de dos metros.

Para colmo, los médicos le aconsejaron que no durmiera más en hamaca, algo que había hecho casi toda su vida, y a la fuerza le ha tocado acostarse en la cama que mandó mudar del cuarto a la 'currancha', que también sirve de cocina y de estadero para las visitas. Y como ni canta, ni bebe, ni duerme en hamaca, su refugio ha sido el tabaco que le compra a su vecina Etelvina Sierra, y que fuma porque los médicos no se lo han prohibido y, según él, le sirve de compañía para recordar los viejos tiempos. "Es lo único que no me pueden quitar".

Un taburete en la puerta
Arnulfa Mercado, esposa del gaitero desde hace 57 años, todavía prepara los bollos dulces (envueltos de maíz), que sirven de sustento para la familia cuando 'Chuchita' se va de gira. Ahora, que está enfermo, han servido para paliar las necesidades domésticas.
Sentado en un taburete en la puerta de su rancho, el magro gaitero le da gracias a Dios porque por fin pudo pararse de la cama, luego de dos semanas de tener la pierna encaramada en una especie de cabestrillo que el médico le recomendó.

Sus ojos chinos se ponen más pequeños cuando recuerda sus inicios en los ajetreos de la música. Primero fue Andrés Landero, el célebre Rey de la Cumbia, que lo buscó para que le tocara la guacharaca. Después fue Toño Fernández, el 'papá de los gaiteros', y tío de Juan. 'Chuchita' recalca una vez más que los músicos de ahora ya encontraron la trocha hecha. "Los tiempos han cambiado, ahora nos montamos en avión y recorremos países que jamás pensábamos conocer, pero al final es la misma vaina, porque también regresamos con los bolsillos pelados", afirma.

Después del Grammy
Cuando Los Gaiteros de San Jacinto, con Juan 'Chuchita' a la cabeza, se ganaron el premio Grammy, en el 2007, pensaron que por fin Dios se había acordado de ellos. Avizoraron conciertos, contratos, más viajes y mucho dinero para salir de su pobreza, que llegaba a tal magnitud que ni los familiares de Nicolás Hernández ni de Toño García, todos del grupo original, pudieron ver la ceremonia de premiación porque no tenían televisores en sus casas.

Y sí, llegaron los conciertos, los contratos, los viajes y las promesas, pero al igual que siempre, siguen pobres, en parte por lo mal pagados que son los grupos de gaitas, incluso con un Grammy encima, y en parte por la desorganización de ellos mismos, que ha llegado a tal punto que en la actualidad tres grupos se venden con el nombre de Gaiteros de San Jacinto, y cada uno se atribuye haber ganado el cotizado galardón. "Es la historia dando vueltas sobre su propio eje", dice 'Chuchita'.

Las promesas no se hicieron esperar. A los tres viejos gaiteros, el Gobierno Nacional les prometió una casa digna donde vivir y el Gobierno departamental una pensión vitalicia para poder subsistir sin las agonías de siempre.

"Aquí han venido tres veces a medir el terreno para hacernos una nueva casita, pero nada, seguimos iguales", advierte Arnulfo Mercado. Con la enfermedad también ha pasado algo similar, pues le ha tocado prácticamente mendigar las medicinas para controlar el dolor, pues las que le mandan en la EPS no lo han 'querío' nada.

Malayándose porque ya no tiene 'machete' para cortar el ramillete femenino que lo aclama en sus conciertos, 'Chuchita' dice que él no le tiene miedo a la muerte. "Todo mundo tiene que pagar esa boleta, lo único que le pido es que cuando venga se traiga una gaita y un par de maracas, porque voy a ser la única persona en el mundo que va a cantar en su propio entierro".
JUAN CARLOS DÍAZ M.
ENVIADO ESPECIAL DE EL TIEMPO
SAN JACINTO (MONTES DE MARÍA).

F   eltiempo.com

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