jueves, 31 de marzo de 2011

La indestronable Amparo Grisales, al fin revela sus secretos

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Ya pasó de los 50 y lució el bikini más pequeño en desfile de carrozas del Carnaval de Barranquilla.

Tiene un poco más de 50 años, pero fue la única capaz de lucir el bikini más pequeño que se pudo ver en el desfile de carrozas del pasado Carnaval de Barranquilla. No ve noticieros y no sabe ni un solo nombre de la gente de la farándula. Arma fiestas que pueden durar hasta tres días y asegura que tiene dos novios (uno italo-alemán con el que se cita lejos de Colombia). Por fin Amparo se despojó de todo. Estas son, después de mucho tiempo, las confesiones más íntimas de la mujer que sigue defendiendo con todas sus armas su propio reinado (Vea aquí galería de fotos de Amparo Grisales posando para elenco).
-"¡Y se nos murió la Taylor!", me dijo Amparo Grisales mientras contemplaba la ciudad a través del gran ventanal de la sala de su apartamento. Lo hizo justo después de colgar el teléfono y haberle respondido a una periodista cuál era, a su juicio, el problema más serio del país: "Tenemos que reconstruir las escuelas, hacer todo lo que sea posible para que esos niños vuelvan al salón de clases", contestó con un tono enérgico.
No entendí muy bien por qué la llamaron para eso, justo cuando empezábamos a hablar de los maridos de la Taylor y yo iba a aprovechar para preguntarle por los suyos, pero ella lo asumió con toda naturalidad, respondió con las palabras precisas, como si se tratara de una candidata política en la recta final de su campaña.
Ella solo estuvo con hombres con los cuales se había casado. Jamás tuvo uno nuevo sin divorciarse del anterior. Hablaba de la gran diva de Hollywood. Amparo tenía una especial fascinación por la mujer de los ojos violeta, aunque guardaba su distancia con el manejo que Taylor les daba a los asuntos del corazón.
"Por ahí me está cayendo uno que tiene a varias famosas entre sus ex y qué pereza. Eso se vuelve una hermandad en la farándula y no me quiero meter en esa rueda; aunque por eso me haya perdido de uno que otro bizcochito " Empezamos bien.
La oportunidad era perfecta para preguntarle por un rumor que corrió hace meses, cuando se habló de un supuesto romance con un novio mucho más joven que ella, lo que la convertía en una especie de Demmi Moore criolla. "Tuve uno para ver cómo era la cosa, porque el pobre rogó y rogó que al final dije 'veamos a ver qué es lo que experimentan mis amigas. Pero en eso las mujeres tenemos desventaja: cuando un hombre se consigue una mujer joven es un héroe, pero cuando una mujer madura se consigue uno joven ahí sí es una vieja verde y fijo le está pagando" (risas).
Una mujer madura. Ese es el término preciso para entenderse con Amparo, porque la palabra "vejez" no existe en su diccionario. La eliminó hace muchos años cuando asumió que su mayor reto era extender su juventud hasta donde fuera posible. "Lo que quiero es crear conciencia, sobre todo en las mujeres jóvenes, para que no se lastimen el cuerpo. A la ciencia hay que agradecerle cosas, pero si podemos evitar el riesgo de un quirófano, si podemos evitar que nos deformen, hagámoslo. El asunto no es fingir ser joven sino serlo de verdad y serlo desde adentro. Puedes acostarte en una tina con mil cremas, pero si adentro estás mal vas a perder esa platica".
Mientras hablamos, y con descaro, Amparo, con una coquetería exquisita, gira su cuerpo para mirarse un poco en dos grandes espejos que cubren una buena parte de la pared de la sala. Allí aprovechó el momento para contarme todos los detalles de un producto que lanzó al mercado, llamado Revertrex, y que cataloga como su gran secreto. "Yo lo vengo tomando hace ocho años. Puedo decir que esta sustancia que viene de la cáscara de la uva funciona. Por eso la llaman el hallazgo antiedad, que no te deja envejecer. Lo importante no es parecer joven, es estar joven y la juventud no te la dan los años. Yo soy un ejemplo de eso".
Y en eso es enfática, pues cree que llegó la hora de no dejar pasar todos los comentarios en torno a los orígenes de sus curvas, que algunos adjudican a un buen cirujano: "Precisamente porque he visto a muchas deshacerse (no hacerse) en un quirófano, le tengo pánico. A mí me importa un pito porque no tengo que demostrarle nada a nadie. Sé lo que tengo y sé que me puedo quitar la ropa y no tengo ni una muestra de procedimientos invasivos. Pero me toca a mí cargar la injusticia de la gente, porque como las cirugías se volvieron una moda creen que uno es igual. Lo mío es resultado del cuidado y la disciplina y de encontrar mis respuestas en el plano espiritual".
Haber aceptado el papel de Amparo Grisales en la vida no es fácil. Cada uno de sus pasos debe ser cuidadoso y su espíritu blindado con plomo: "Sobre todo cuando todo el mundo pregunta '¿Qué te tomas?, ¿qué te metes?, ¿qué te inyectas?', ¡Me tienen hasta el cuello! Sin duda, tanta preguntadera aburre, pero más cuando me dicen '¿Y cómo te conservas?', ¡Odio esa palabra! ¡Tampoooco! Esto se volvió un mito y todos inventan. El otro día una señora le dijo a alguien 'es que ella tiene 67 años'. O sea, mi mamá y yo seríamos contemporáneas (risas)".
La cifra, a estas alturas, la tiene sin cuidado (prefiere dejarlo en un poco más de 50), y prefiere reírse de las especulaciones: "La gente piensa que llegar a cierta edad es un punto final. A mí me pasa lo contrario, no me echan a un lado porque esté goooorda y acabaaaaada sino porque estoy muy bien".
Pero eso (ser una de las mujeres más deseadas del país), también tiene su inconveniente: "Cuando eres exitosa, bonita, independiente... eso aturde y los hombres son cobardes. Son pocos los que se arriesgan a decir 'yo puedo conquistarla'. Pero eso no me pasa solo a mí. ¡Y que quede claro, no es que no haya hombres para mí, para mí sí hay, y de hecho tengo! ¡Yo bien atendida sí estoy!".
En un arranque de confesión que pocas veces le hemos visto, Amparo decidió contar que tiene un novio italo-alemán desde hace cuatro años, con el que se encuentra fuera del país para tener pequeñas lunas de miel; pero que, honestamente, preferiría uno local: "Ese sabor, ese picante, siempre será bienvenido".
Y eso sí, la tiene sin cuidado el hecho de que su novio vaya a leer esta confesión: "¡No hay problema, porque no sabe español!". Su fama de radical ha hecho que muchos le teman y que otros la adoren; sin embargo, su furia no se despierta por razones ligeras: "No soy brava, pero sí exigente y como soy exigente pues sí soy brava. No me gusta la gente mediocre. La gente que dice ¿dejémoslo así, que así está bien'; cuando puede estar mejor".
Y Amparo no quiere dejar ninguna de sus cosas 'ahí'. La diva de acero tiene claro que aún le falta una buena parte del camino por recorrer: "Estoy preparada y lista para esos retos. Para lo que me pongan". Pero sobre todo hay una tarea que quiere concluir: "Quiero pasar de ser la más envidiada, a ser la mujer que consiguió que miles de mujeres se encontraran a sí mismas como yo lo he logrado. Ni diva, ni diosa, soy una con los mismos sueños de cualquier mujer".
(Asistente de fotografía: Carlos Gil / Retoque digital: Christian Miranda / Maquillaje y peinado: Elkin Gaviria,  / Asistente personal de Amparo Grisales: Iván Ardila).

F   eltiempo.com

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