sábado, 30 de marzo de 2013

La doble vida de Georg Gänswein



La doble vida de Georg Gänswein

Si hay un rostro que todos asociamos al del Papa emérito es, sin duda, el de su secretario personal, Georg Gänswein. Conocido por su aspecto físico, pero también por su inquebrantable fidelidad al pontífice alemán, nos hemos acostumbrado a verle varias veces a la semana durante los últimos ocho años. No solo en los actos oficiales del Vaticano, sino también en portadas de revistas –la última, la del Vanity Fair italiano, en su edición del 23 de enero de 2013- y en la retaguardia de todos y cada uno de los movimientos de Benedicto XVI.
Pensábamos que no volveríamos a saber de él, desde que se confirmó que seguiría a su lado en esta nueva vida "escondido para el mundo". Pero no está siendo así. Aparece en el Vaticano, en la Basílica de San Pedro, en la histórica visita del Papa Francisco a su antecesor. ¿Por qué? Pues porque no solo es la mano derecha de Ratzinger, sino también el prefecto de la Casa Pontificia que ahora ocupa Bergoglio. Es decir, el encargado de organizar toda la agenda oficial del Santo Padre, el que establece el protocolo cuando recibe en audiencias privadas y públicas, el intendente, el gestor, la agenda humana del sucesor de Pedro en su día a día.
Está traicionando su promesa? En absoluto. Lo que ocurre es que reparte su tiempo y su presencia entre la residencia de Castelgandolfo, donde actualmente vive Benedicto XVI, y los pasillos vaticanos, donde se desenvuelve el nuevo Papa.
Es más, ejerce de mensajero oficial y de portavoz oficioso, ahora que no hay manera de saber qué piensa, qué hace y cómo pasa el tiempo el Obispo de Roma emérito. Cuando el Padre Lombardi quiere saber algo de Benedicto XVI, llama a Gänswein, y luego nos lo cuenta a los periodistas. Cuando los cardenales se cruzan con él, le preguntan y le mandan recados para el anciano que renunció al papado. El era y es su primer secretario; el segundo, un maltés llamado Alfred Xuereb, ha pasado a servir directamente al Papa Francisco. Él es quien se sienta a su lado en el papamóvil, quien está al quite de sus necesidades. Pero sigue siendo invisible, y su presencia pasa inadvertida. Gänswein sigue siendo, hoy por hoy, el único que conserva los secretos de los dos Papas. Un hombre famoso por su físico de puertas afuera, querido por su discreción de puertas adentro.

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