La doble vida de Georg Gänswein
Si hay un rostro que todos asociamos al del Papa emérito es,
sin duda, el de su secretario personal, Georg Gänswein. Conocido por su aspecto
físico, pero también por su inquebrantable fidelidad al pontífice alemán, nos hemos
acostumbrado a verle varias veces a la semana durante los últimos ocho años. No
solo en los actos oficiales del Vaticano, sino también en portadas de revistas
–la última, la del Vanity Fair italiano, en su edición del 23 de enero de 2013-
y en la retaguardia de todos y cada uno de los movimientos de Benedicto XVI.
Pensábamos que no volveríamos a saber de él, desde que se
confirmó que seguiría a su lado en esta nueva vida "escondido para el
mundo". Pero no está siendo así. Aparece en el Vaticano, en la Basílica de
San Pedro, en la histórica visita del Papa Francisco a su antecesor. ¿Por qué?
Pues porque no solo es la mano derecha de Ratzinger, sino también el prefecto
de la Casa Pontificia que ahora ocupa Bergoglio. Es decir, el encargado de
organizar toda la agenda oficial del Santo Padre, el que establece el protocolo
cuando recibe en audiencias privadas y públicas, el intendente, el gestor, la
agenda humana del sucesor de Pedro en su día a día.
Está traicionando su promesa? En absoluto. Lo que ocurre es
que reparte su tiempo y su presencia entre la residencia de Castelgandolfo,
donde actualmente vive Benedicto XVI, y los pasillos vaticanos, donde se
desenvuelve el nuevo Papa.
Es más, ejerce de mensajero oficial y de portavoz oficioso, ahora que no
hay manera de saber qué piensa, qué hace y cómo pasa el tiempo el Obispo de
Roma emérito. Cuando el Padre Lombardi quiere saber algo de Benedicto XVI,
llama a Gänswein, y luego nos lo cuenta a los periodistas. Cuando los
cardenales se cruzan con él, le preguntan y le mandan recados para el anciano
que renunció al papado. El era y es su primer secretario; el segundo, un maltés
llamado Alfred Xuereb, ha pasado a servir directamente al Papa Francisco. Él es
quien se sienta a su lado en el papamóvil, quien está al quite de sus
necesidades. Pero sigue siendo invisible, y su presencia pasa inadvertida.
Gänswein sigue siendo, hoy por hoy, el único que conserva los secretos de los
dos Papas. Un hombre famoso por su físico de puertas afuera, querido por su
discreción de puertas adentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario