stripper Ganan más que los banqueros y no llevan traje a la
oficina: 350.000 dólares al año
Lo que sucede en Williston, queda en Williston. Esta pequeña
población de Dakota del Norte (EEUU) se ha convertido en una mina para los
amantes del dinero fácil. En apenas unos años sus aproximadamente 16.000
habitantes han pasado de aburridos y felices granjeros a jeques del petróleo
estadounidense gracias a un yacimiento de oro negro que se estima en cerca de
24.000 millones de barriles de crudo.
El salario medio del pueblo se ha disparado hasta los 90.000
dólares anuales, en el caso de los trabajadores sin cualificación. Este tsunami
de dinero ha hecho que en la localidad proliferen todo tipo de negocios de
dudosa reputación, entre ellos los clubes de striptease.
Centenares de bailarinas exóticas han emigrado de Las Vegas
al calor de los billetes que queman en las manos de lugareños y trabajadores de
la industria petrolífera. Lo normal es que, en una noche floja, estas
profesionales del destape pueden ganar la friolera de 1.000 dólares.
Según ha podido comprobar un periodista de la cadena CNN que
se ha desplazado hasta esta suerte de Arabia Saudí en el corazón de Estados
Unidos, la demanda de compañía de los hombres duplica a las mujeres
disponibles, así pues las oportunidades de trabajo no faltan en Williston,
donde en los últimos años se han abierto varias decenas de bares, locales de
alterne y hoteles.
Salarios de infarto
En los últimos años miles de hombres han llegado a Williston
en busca de empleos bien remunerados en la industria petrolera y, tras varios
días incomunicados trabajando en la extracción de crudo, muchos de ellos acaban
buscando algo de compañía femenina en uno de los dos grandes clubes de la
ciudad: el Whispers y el Heartbreakers.
Lo normal es que una bailarina de striptease de estos
locales vuelva a casa con entre 2.000 y 3.000 dólares cada noche sólo en
propinas, aparte de su salario. El dinero que les dan sus clientes no lo
declaran, con lo que estas profesionales pueden ingresar al año hasta 350.000
dólares. Eso sin necesidad de hacer servicios especiales, como por ejemplo
atender un catering sin ropa, que se paga a la friolera de 7.000 dólares la
sesión.
Dura competencia
El ‘boom’ del petróleo y el dinero en Williston ha provocado
que tanto el Whispers como el Heartbreakers hayan recibido solicitudes de
bailarinas de todo el mundo. “Desde Hawai y Alaska hasta República Checa y
Alemania”, asegura Melissa Slapnicka, copropietaria del Whispers.
El volumen de peticiones de empleo es tal que cada bailarina
nueva únicamente tiene una semana para demostrar su valía. Si no funcionan, no
vuelven. Y es que, según Slapnicka, este pequeño pueblo amenaza con dejar sin
chicas a Las Vegas: “Mis mejores chicas prefieren bailar aquí porque se gana
más dinero”.
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