sábado, 4 de septiembre de 2010

La violencia revisitada

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Inspirada en una anécdota familiar, 'Abraham entre bandidos', la más reciente novela de Tomás González, despliega a lo largo de sus 212 páginas una metáfora de la maldad universal a través de la conflictiva Colombia. Mediante esa prosa de riendas cortas
que le permite ubicarse como uno de los mayores narradores de la actual literatura colombiana, González adapta sabiamente su escritura a las necesidades de esta espiral sangrienta con la prolijidad de un entomólogo cuyas herramientas son la destreza
formal y la poesía. Estas le permiten recrear las vidas y muertes no solo de quienes están destinados a alimentar la crónica roja sino también las de sus víctimas.

El territorio en el que se desarrolla 'Abraham entre bandidos' es ese prólogo de la revolución juvenil que fue la década del cincuenta. Los seres que pueblan ese territorio delirante, los bandoleros, precursores de la que llegará a convertirse en la
guerrilla más antigua del planeta, son dibujados con el pulso seguro de un autor capaz de esquivar a punta de arte los clisés que abundan en un tema recurrente. Para ello González va más allá del dato y el drama mismo al enseñarnos esa química humana
apta para producir monstruos sanguinarios capaces de conmovedoras facetas humanas.

En la historia -dos hombres son llevados a la fuerza por un bandido y su banda durante algo más de una semana, para finalmente ser liberados con la misma determinación caprichosa que fueron secuestrados- subyace algo que quizá ni el propio González
previó: el valor de la amistad. En efecto, la relación entre Abraham y su viejo amigo Saúl, involuntario compañero de aventura, es tan sólida como para soportar la venenosa atmósfera que de un momento a otro hace que sus apacibles existencias comiencen
a moverse sobre el filo de la navaja.

Pero hay otro ámbito que coexiste paralelo al de la marcha por las montañas: la casa, ese lugar remoto e ideal en el que Susana, la esposa de Abraham, rememora en medio de la angustia la sencilla saga familiar. Allí la desazón de no saber si su marido y
su amigo regresarán o están muertos, no es lo bastante intensa como para desterrar el evocador aroma de unos buenos fríjoles o las medicinales virtudes del humor, imprescindible en estas tierras sin sosiego.

Tanto Enrique Medina, alias Pavor, ex compañero de colegio de Abraham convertido en bandolero y secuestrador, como los demás personajes, incluidos los buenos, se confabulan para dejar en el lector la inesperada sensación de que la muerte violenta es un
ingrediente inevitable en este territorio que nadie parece conocer mejor que el novelista. 'Abraham entre bandidos' no es solo una novela, es también un espejo del destino que aprisiona a una nación.

Abraham entre bandidos
Tomás González
Alfaguara

Publicado el
GUSTAVO REYES
PERIODISTA Y CATEDRÁTICO UNIVERSITARIO EN ARTES PLÁSTICAS Y LITERATURA
ESPECIAL PARA EL TIEMPO

F eltiempo.com

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