Tom Cruise quería convertirse en sacerdote
El actor estadounidense es hoy en día uno de los más
célebres referentes de la cienciología, una doctrina religiosa diferente a la
que profesó en su infancia, ya que sus años como alumno en un seminario casi lo
convirtieron en cura católico.
"Él tenía una gran fe católica. Íbamos a misa,
pasábamos mucho tiempo en la iglesia y nos gustaba escuchar las historias de
los curas. Pensábamos que tenían un estilo de vida envidiable, y teníamos mucho
interés en convertirnos en curas, aunque éramos demasiado jóvenes para tomar
una decisión así", declaró al periódico New York Daily News el amigo de
infancia del actor, Shane Dempler.
Sin embargo, los planes de Tom y Shane se fueron al traste
cuando ambos protagonizaron uno de los episodios que más se recordarán todavía
hoy en el seminario. Aunque no fueron "oficialmente" expulsados por
ello, los dos intrépidos seminaristas decidieron robar a sus sacerdotes varias
botellas de alcohol que, pese a sus planes, no acabaron consumiendo ellos sino
varios de sus compañeros, quienes les delataron poco después.
"Le pasé unas seis botellas, la mayoría se rompieron,
pero conseguimos esconder algunas en el bosque. Los curas ni se dieron cuenta
hasta que algunos de los chicos se enteraron de nuestro plan, se fueron al
bosque y se emborracharon. Los pillaron tambaleándose por la carretera del
seminario y les obligaron a confesar. La escuela envió una carta a nuestros
padres, en la que explicaban que estaban contentos con nosotros, pero que
preferían que volviéramos a casa. Por lo que oficialmente no nos echaron, sino
que nos invitaron a que no volviéramos", reveló.
Sin embargo, esta breve experiencia en el seminario a
finales de los años 70 fue determinante en la vida del popular actor, quien
empezó a dar sus primeros pasos en la interpretación gracias, precisamente, a
uno de sus tutores religiosos.
"Él destacaba en deportes y en interpretación. Había concursos, y
siempre que podía, competía. Teníamos un profesor de teatro excelente, el padre
Aubert Grieser. Nos enseñó a hablar en público. Solíamos meternos en problemas,
ya que el padre Aubert nos decía que no escupiéramos cuando hablábamos, pero lo
hacíamos adrede y la broma nos costaba 50 céntimos", aseguró.
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