El empresario más joven de Reino Unido: a los nueve años ya
ha montado su tercera empresa
Henry Patterson inició su exitosa carrera empresarial hace
dos años. Tenía solo siete años y un montón de bolsas de estiércol que vendió
por poco más de un euro la unidad. Para su segunda aventura comercial, el
pequeño Henry apostó por las nuevas tecnologías: creó su propia tienda virtual
y vendió a través de eBay los productos que había comprado en una tienda de
segunda mano.
Ahora este ‘miniempresario’ de solo 9 años acaba de
inaugurar su tercera compañía, una tienda de venta de caramelos para niños que
se llamará ‘No antes del té’. Y no solo se ha encargado del plan de negocio,
sino que este emprendedor escolar también ha diseñado su logo y creado su
propia estrategia de marketing con la ayuda de su padre Julian, ejecutivo
publicitario.
“Al principio mis amigos no se creían que había montado una
tienda de caramelos, pero no creo que se sorprendieran demasiado porque ya
sabían que antes había tenido otros dos negocios”, presume Henry, que exhibe
una tarjeta de visita en la que se presenta como director creativo de ‘No antes
del té’ y que reparte entre sus compañeros de la Swanbourne House Schoolm, en
Inglaterra.
Solo durante la primera semana ha recibido más de 100
pedidos, alcanzando en solo siete días la meta de obtener 10 euros de beneficio
neto que se había propuesto para el primer mes. Sin embargo, el pequeño
empresario no se sorprende de los buenos resultados iniciales de su empresa de
dulces. Y es que, según afirma, “quien mejor que un niño sabe los caramelos que
le gustan a los niños”.
Niños empresarios a la conquista de EE UU
Al estilo del pequeño Henry Patterson, una nueva generación
de empresarios precoces ha emergido en el mercado estadounidense: miden poco
más de un metro de estatura y no tienen edad de conducir, pero han conseguido
que sus compañías facturen miles de dólares al año.
Anna Tselevich o Maddie Bradshaw aún no han llegado a la
adolescencia, pero ya son reconocidos emprendedores. Con la ayuda de sus
padres, estos niños prodigio de los negocios han sido capaces de convertir
cajas de cartón, platos para bacón o las chapas de los refrescos, en prósperos
negocios.
Tselevich, de 13 años, es la fundadora de Box-O-Manía, una compañía que
vende cajones de plástico gigantes para que los pequeños de la casa los decoren
a su gusto con pegatinas de colores intercambiables y reutilizables, mientras
que Bradshaw y su compañía M3 Girl Designs venden mensualmente más de 50.000
collares hechos con chapas de botellas de refresco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario