sábado, 11 de septiembre de 2010

Éider Guerrero, un indio motilón se ganó los 300 millones de el Desafío

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En medio de una ovación infinita y con una votación del 59,84 por ciento en mensajes de texto, el indígena motilón Eider Guerrero ganó el 'reality' 'El desafío', la lucha de las regiones 2010.
El momento no pudo ser más emotivo: tan pronto escuchó su nombre como ganador, se lanzó de rodillas al piso, levantó los brazos en señal de victoria y se atacó a llorar. Sus familiares se abalanzaron a felicitarlo, pero a él no le salían las palabras.
Estaba ahogado de la emoción. Luego, simplemente, salió levantado en hombros.

"Nunca perdí la confianza en mí. La nobleza, más que mi fuerza, es lo que me tiene aquí", le dijo a EL TIEMPO este joven de 24 años, que hace cinco aprendió a hablar español; antes lo hacía en barí, la lengua de los motilones.

Su paso por el juego no fue circunstancial. Desde el año pasado, que no clasificó, se prometió que esta vez sí lo lograría. "Y aquí estoy", dice.

Nació en Tarra, un municipio de Norte de Santander. Estuvo con sus papás biológicos hasta los 10 años, cuando se voló de la casa para nunca regresar.
En el camino, encontró a los indígenas motilones, que lo acogieron como uno más de la tribu. Aprendió a vivir en plena selva, a conseguir el alimento, se familiarizó con sus costumbres y su lengua. "Me gustaba la madre naturaleza y el español hasta se me
estaba olvidando".

A los 18 años, cuando su familia lo ubicó para contarle de la muerte de uno de sus hermanos y de la herencia que le había dejado, se trasladó a Cúcuta. Allá tuvo la disposición de terminar su bachillerato, pero las cosas no fueron fáciles.

La herencia nunca pudo reclamarla: "Lastimosamente se la dejan a uno, pero otros son los que terminan disfrutándola. Me la quitaron", cuenta sin más detalles.

Como pudo ingresó a la escuela departamental, pero no tenía dónde vivir y muchas veces pasó las noches debajo de los puentes sin comida.

Como indígena motilón, Eider cruzaba la frontera de Venezuela como 'Pedro por su casa'; entre Cúcuta y el vecino país aprendió a trabajar en carpintería, celaduría y como jornalero.

Hasta que se enteró de la convocatoria para 'El desafío' y reunió unos pesos para los pasajes desde Venezuela hasta Bucaramanga, donde eran las inscripciones. Se quedó tres días, sin comer y durmiendo en la fila hasta que lo aceptaron.

Ahora, su ideal es ayudar a sus cuatro padres -los dos biológicos y los dos de crianza-, a sus 18 hermanos y a su comunidad motilona. "Quiero que entiendan que esta es una comunidad pura, que no le hace daño a nadie y que merece ser valorada. Quiero que no 'haigan' (sic) más explotaciones a esta tierra", dice.

Su meta es ser actor. Entrará a una academia para prepararse, al mismo tiempo montará una pequeña empresa de publicidad con Leonardo, el otro finalista de 'El desafío' y con el que mantuvo una fuerte amistad. "No soy ambicioso y el dinero no me va a
cambiar mi forma de ser. Lo que quiero es ayudar a todos los que me han ayudado", concluye.

Luz Adriana Velasco
Cultura y entretenimiento


F eltiempo.com

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